Está de moda desde hace muchos años que cuando el primer hijo o hija cumple sus primeros años, los padres echan la casa por la ventana para armar un fiestón apoyados en toda clase de servicios que existen hoy en día para este tipo de ocasiones. Hay renta de inflables, de disfraces, de servicios de banquetes infantiles, de shows con superhéroes o heroínas de moda, musicales y la lista sigue…
Sin embargo algo curioso del asunto no es la variedad o lo costoso que pueden llegar a ser estos servicios, sino que muchas veces lo hacen pensando en darle un recuerdo a su hijo o hija que finalmente acabará olvidado en un mohoso rincón de su subconsciente.
¿Acaso un niño de dos años recuerda cuántos invitados hubo en su fiesta? Sin querer generalizar ni herir susceptibilidades (porque no falta el “contreras” que asegura acordarse hasta de su nacimiento y te dice a qué sabía el líquido amniótico), yo creo que no. A lo mucho podría recordar si fue feliz o no. Por lo tanto invertir doscientos, dos mil o veinte mil pesos en una fiesta que celebra la primera, segunda o tercera primavera de una criaturita, es a fin de cuentas lo mismo. O no… Más bien, cada uno es un caso diferente que si bien puede traer recuerdos gratificantes (como en las telenovelas) también puede ser la raíz de traumas que veinte años después lo privarán de cubrir esa vacante de trabajo donde le cerraron la puerta en la nariz después de que su examen psicológico delataba a un “Mr. Hyde” en potencia (como ocurre con frecuencia en la vida real)…
Quiero ejemplificar lo que les comento de una forma lo más palpable posible, así como también que para el éxito o efectos que puede tener una fiesta en un niño de esa edad, si la fiesta es austera o muy costosa es irrelevante:
Caso 1-A.
Imaginemos una fiesta modesta en casa para celebrar los dos años de Pánfilita. Sólo los papás, a lo mucho la abuela, un pastelito, y ochenta pesos para comprar 6 madejitas de estambre de colores. La familia ríe, satura la tarjeta de treinta y dos megas de su ahora obsoleta cámara digital unas siete veces y cuando ven las fotos todos recuerdan lo divertida que se veía Panfilita jugando con todos esos estambres de colores. Ella no come paste, sin embargo se entretiene mordiendo los estambres, la pata de la silla, el celular de papá y finalmente se queda dormida. El único sobresalto para Panfilita es que su mamá al arrebatarle un estambre rojo que casi se traga, le lastimó un dientito. Cuando pasan los años, Pánfila se convierte en toda una mujer, lleva una vida profesional, familiar, social y sexual muy sana y encuentra a un hombre que la respeta. Sin embargo, desarrolla una extraña fobia al estambre de color rojo.
Moraleja: No se requiere de una fiesta ostentosa para generar recuerdos felices en un niño de tan corta edad. Sin embargo, eventualmente Panfilita llegará a la horrible adolescencia y le reclamará a sus padres el no haber hecho algo más memorable en su honor.
Caso 1-B.
La misma fiesta de Panfilita, sólo que en lugar de la abuela, está el tío ebrio que sin querer tira el refresco sobre el pequeño pastel. Los papás se enojan con el borrachín, se gritan y Panfilita llora, porque aunque a Panfilita le vale madres el pastel, el refresco, el tío borracho, la Reforma Energética y la estadística de la multimentada Selección Nacional, percibe esos gritos, el enojo… No entiende los manoteos de sus papás ni el porqué se escucha tanto ruido después de ver que su papá y su tío se revuelcan en el suelo en un extraño abrazo. Cuando Pánfila crece y se recupera de su tercera intoxicación por exceso de cocaína debido a su depresión causada por el encierro de su padre que accidentalmente mató a su tío, se da cuenta que está embarazada. Seguramente eso afectará el “negocio”, pues pocos establecimientos contratarían a una bailarina exótica en estado tan delicado. Eso lleva a Pánfila a una depresión y termina tirándose de un paso peatonal.
Moraleja: No porque se carezca de presupuesto todo será miel sobre hojuelas. Eso sólo sucede en las telenovelas de Televisa.
Caso 2-A.
Imaginemos que Panfilita nace en el seno de una familia muy bien acomodada. Panfilita se alborota cuando ve el color rosa en sus decenas de juguetes, kilos de ropa y en la pantalla de plasma de alta definición de la estancia de la residencia donde vive, por lo tanto, papi y mami deciden hacerle una fiesta temática de “Rosita Fresita” en un reconocido salón de eventos que con todo y payasos, show de Rosita Fresita, buffet infantil y para adultos y otras sorpresas, terminarán pagando lo que un clasemediero pagaría por un auto compacto. Pánfila crece, se convierte en toda una mujer de mundo, se aumenta el busto, estudia “Modas” en Europa y tendrá una vida profesional, social y sexual sana. Sin embargo mucha gente le tiene envidia y no la ve con buenos ojos.
Moraleja: Las niñas ricas no siempre son malas personas… Aunque cueste verlo, tienen cualidades ajenas a lo que pueden pagar por verse mejor.
Casi 2-B.
La misma fiesta “nice” de Pánfilita en un salón de fiestas, sólo que su papá no pudo ir porque está de viaje de negocios (léase viviendo un amorío con su asistente personal en una playa del Caribe) y seguramente jamás verá las fotos de la fiesta, lo cual no será del todo malo, pues no sería gratificante ver fotos donde Panfilita llora desconsoladamente cuando los niños apalean una piñata de Rosita Fresita. Panfilita viste de color rosa igual que su piñata. Seguramente no puede evitar asociar la agresión de los niños hacia su heroína favorita, lo que le causa un trauma irreversible. Ella crece y se convierte en “Panfis” (porque tiene fama de golpear a los que le dicen secamente “Pánfila”). Ahora es toda una mujer que vive pensando que los hombres son una basura, lo que la motiva a vivir tortuosas relaciones cuyo único interés es maltratar y humillar a su pareja en turno. Con el paso de los años se da cuenta de lo vacía que es su vida y que ya no la puede llenar ni con el chorro de píldoras que paga en Euros. Frecuentemente tiene pesadillas de hombres pegándole con un palo de madera mientras la gente canta “Dale, dale, dale, no pierdas el tino”… No soporta la situación y termina suicidándose en la bañera de una lujosa suite.
Moraleja: … Bueno, esta era predecible y sí es como en las novelas. La típica niña fresa antipática con muchísima lana que acaba mal.
Si analizamos detalladamente estos cuatro relatos omitiendo las inconsistencias, la intención deliberada de manipular su resultado, los factores externos que pudo vivir Panfilita en su infancia, las frustraciones de su servidor por nunca tener una fiesta temática de los Thundercats y lo hilarante de este texto, descubriremos que pase lo que pase, inviertas lo que inviertas y del tamaño que hagas la fiesta para tus hijos, como quiera ni se va acordar y de todos modos puedes arruinarle la vida. Yo por eso criaré a mis hijos ocultándoles la navidad, desmintiendo fantasías absurdas, demeritando el valor de un aniversario y haciéndoles ver desde temprana edad que la vida no es justa.
¿Amargado yo? ¡Ja! ¡Es que no todo es color de rosa!
>> Grinch <<
Sin embargo algo curioso del asunto no es la variedad o lo costoso que pueden llegar a ser estos servicios, sino que muchas veces lo hacen pensando en darle un recuerdo a su hijo o hija que finalmente acabará olvidado en un mohoso rincón de su subconsciente.
¿Acaso un niño de dos años recuerda cuántos invitados hubo en su fiesta? Sin querer generalizar ni herir susceptibilidades (porque no falta el “contreras” que asegura acordarse hasta de su nacimiento y te dice a qué sabía el líquido amniótico), yo creo que no. A lo mucho podría recordar si fue feliz o no. Por lo tanto invertir doscientos, dos mil o veinte mil pesos en una fiesta que celebra la primera, segunda o tercera primavera de una criaturita, es a fin de cuentas lo mismo. O no… Más bien, cada uno es un caso diferente que si bien puede traer recuerdos gratificantes (como en las telenovelas) también puede ser la raíz de traumas que veinte años después lo privarán de cubrir esa vacante de trabajo donde le cerraron la puerta en la nariz después de que su examen psicológico delataba a un “Mr. Hyde” en potencia (como ocurre con frecuencia en la vida real)…
Quiero ejemplificar lo que les comento de una forma lo más palpable posible, así como también que para el éxito o efectos que puede tener una fiesta en un niño de esa edad, si la fiesta es austera o muy costosa es irrelevante:
Caso 1-A.
Imaginemos una fiesta modesta en casa para celebrar los dos años de Pánfilita. Sólo los papás, a lo mucho la abuela, un pastelito, y ochenta pesos para comprar 6 madejitas de estambre de colores. La familia ríe, satura la tarjeta de treinta y dos megas de su ahora obsoleta cámara digital unas siete veces y cuando ven las fotos todos recuerdan lo divertida que se veía Panfilita jugando con todos esos estambres de colores. Ella no come paste, sin embargo se entretiene mordiendo los estambres, la pata de la silla, el celular de papá y finalmente se queda dormida. El único sobresalto para Panfilita es que su mamá al arrebatarle un estambre rojo que casi se traga, le lastimó un dientito. Cuando pasan los años, Pánfila se convierte en toda una mujer, lleva una vida profesional, familiar, social y sexual muy sana y encuentra a un hombre que la respeta. Sin embargo, desarrolla una extraña fobia al estambre de color rojo.
Moraleja: No se requiere de una fiesta ostentosa para generar recuerdos felices en un niño de tan corta edad. Sin embargo, eventualmente Panfilita llegará a la horrible adolescencia y le reclamará a sus padres el no haber hecho algo más memorable en su honor.
Caso 1-B.
La misma fiesta de Panfilita, sólo que en lugar de la abuela, está el tío ebrio que sin querer tira el refresco sobre el pequeño pastel. Los papás se enojan con el borrachín, se gritan y Panfilita llora, porque aunque a Panfilita le vale madres el pastel, el refresco, el tío borracho, la Reforma Energética y la estadística de la multimentada Selección Nacional, percibe esos gritos, el enojo… No entiende los manoteos de sus papás ni el porqué se escucha tanto ruido después de ver que su papá y su tío se revuelcan en el suelo en un extraño abrazo. Cuando Pánfila crece y se recupera de su tercera intoxicación por exceso de cocaína debido a su depresión causada por el encierro de su padre que accidentalmente mató a su tío, se da cuenta que está embarazada. Seguramente eso afectará el “negocio”, pues pocos establecimientos contratarían a una bailarina exótica en estado tan delicado. Eso lleva a Pánfila a una depresión y termina tirándose de un paso peatonal.
Moraleja: No porque se carezca de presupuesto todo será miel sobre hojuelas. Eso sólo sucede en las telenovelas de Televisa.
Caso 2-A.
Imaginemos que Panfilita nace en el seno de una familia muy bien acomodada. Panfilita se alborota cuando ve el color rosa en sus decenas de juguetes, kilos de ropa y en la pantalla de plasma de alta definición de la estancia de la residencia donde vive, por lo tanto, papi y mami deciden hacerle una fiesta temática de “Rosita Fresita” en un reconocido salón de eventos que con todo y payasos, show de Rosita Fresita, buffet infantil y para adultos y otras sorpresas, terminarán pagando lo que un clasemediero pagaría por un auto compacto. Pánfila crece, se convierte en toda una mujer de mundo, se aumenta el busto, estudia “Modas” en Europa y tendrá una vida profesional, social y sexual sana. Sin embargo mucha gente le tiene envidia y no la ve con buenos ojos.
Moraleja: Las niñas ricas no siempre son malas personas… Aunque cueste verlo, tienen cualidades ajenas a lo que pueden pagar por verse mejor.
Casi 2-B.
La misma fiesta “nice” de Pánfilita en un salón de fiestas, sólo que su papá no pudo ir porque está de viaje de negocios (léase viviendo un amorío con su asistente personal en una playa del Caribe) y seguramente jamás verá las fotos de la fiesta, lo cual no será del todo malo, pues no sería gratificante ver fotos donde Panfilita llora desconsoladamente cuando los niños apalean una piñata de Rosita Fresita. Panfilita viste de color rosa igual que su piñata. Seguramente no puede evitar asociar la agresión de los niños hacia su heroína favorita, lo que le causa un trauma irreversible. Ella crece y se convierte en “Panfis” (porque tiene fama de golpear a los que le dicen secamente “Pánfila”). Ahora es toda una mujer que vive pensando que los hombres son una basura, lo que la motiva a vivir tortuosas relaciones cuyo único interés es maltratar y humillar a su pareja en turno. Con el paso de los años se da cuenta de lo vacía que es su vida y que ya no la puede llenar ni con el chorro de píldoras que paga en Euros. Frecuentemente tiene pesadillas de hombres pegándole con un palo de madera mientras la gente canta “Dale, dale, dale, no pierdas el tino”… No soporta la situación y termina suicidándose en la bañera de una lujosa suite.
Moraleja: … Bueno, esta era predecible y sí es como en las novelas. La típica niña fresa antipática con muchísima lana que acaba mal.
Si analizamos detalladamente estos cuatro relatos omitiendo las inconsistencias, la intención deliberada de manipular su resultado, los factores externos que pudo vivir Panfilita en su infancia, las frustraciones de su servidor por nunca tener una fiesta temática de los Thundercats y lo hilarante de este texto, descubriremos que pase lo que pase, inviertas lo que inviertas y del tamaño que hagas la fiesta para tus hijos, como quiera ni se va acordar y de todos modos puedes arruinarle la vida. Yo por eso criaré a mis hijos ocultándoles la navidad, desmintiendo fantasías absurdas, demeritando el valor de un aniversario y haciéndoles ver desde temprana edad que la vida no es justa.
¿Amargado yo? ¡Ja! ¡Es que no todo es color de rosa!
>> Grinch <<
3 comentarios:
No pense en amargado... solo en Loco ....... XD
Seguro te volviste loco pk no te hicieron tu fiesta de Thundercats.. tu ke soñabas con ke te regalaran la garra de Leono con la Espada del Augurio, para poder ver mas alla de lo evidente... pero lo evidente fue... ke no te hicieron fiesta, de echo ni pastelito te compraron jajajaja... =) Saludos
¿Amargado? noooo, para nada vino esa palabra a mi mente después de leer tu entrada...
Veo la lógica en muchas de tus conclusiones jeje, pero si creo que deberías hacerte tú mismo la añorada fiesta de Thundercats con disfraz y todo jajaja.
Saludos!
Me cae! así es la vida... mi papá en mis 10 años dijo que iba por mi pastel y no llegó, de hecho sólo en ocasiones me llama por teléfono. No tuve quince años porque no quice y mi boda católica no se realizó por falta de una fé de confirmación... pero no por eso se me arruinó la vida al contrario la enfrento con fuerza y éxito día a día :)
Kitty♥
Por cierto... quiero una fiesta alusiva a Hello Kitty para mis 27 jajaja ¿dónde esta el trauma? jajaja
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