Habiéndonos reunido en el callejón para repartirnos de manera ekitativa el botín resultado de la “limpieza” del auto de Don memo, nos dirigíamos a la tiendita de Don Joakin. Esta se hallaba ubicada a dos cuadras de donde nos reuníamos, lo cual significaba ke por la gran distancia ke recorreríamos y el gran esfuerzo ke realizaríamos, seguro regresaríamos sedientos, sobre todo si teníamos ke correr por alguna razón.
En la eskina de nuestra calle había otra miscelánea ke atendía doña Maruca, pero a esa señora no le gustábamos naditita, de hecho no le gustaban los niños, es mas corrían fuertes rumores ke el hecho de ke estuviera soltera y no tuviera hijos le habían deformado en una terrible bruja mutante ke se comía a cuanto señor cayera en sus garras. Eso lo decíamos con bases bien firmes. Por ke mas de uno de nosotros habíamos escuchado ya, de bocas de nuestros padres frases como: “Ahora la Maruca se he de haber comido al del bimbo” o “el de sabritas? Nombre a ese ya se lo comió la Maruca”asi ke no íbamos a ser tan tontos de correr el riesgo de ke akella regañona señora nos diera también alguna mordida o algo peor; por lo cual ese punto aunke cercano, pues definitivamente no lo visitaríamos. Estaba también la casa de la tía de Meche, ke tenia una mesita con dulces a la venta, no era un negocio establecido, simplemente era una señora a la ke se le había ocurrido la buena idea de ponerle sus hija un pekeño negocito de dulces y ke la verdad estaba mucho mejor surtido de golosinas ke cualkiera otro de los estankillos de la colonia, sin embargo presentaba una gran problema, la mesita estaba justo a un costado de la puerta de su casa, había ke llegar tocar el timbre y comprar uno a uno ya ke el reducido espacio no permitía ke mas de un niño estuviera cerca de la mesa, por si esto fuera poco, las hijas de Doña Meche, Meche y Mircel a veces jugaban con nosotros y pues como ke las considerábamos como parte de una fraternidad intrínseca de la calle en ke vivíamos, además el señor Samuel papa de las niñas, creo ke era dentista, y obviamente nadie keria tener algún problema con tan temido personaje, así ke tampoco era un buen punto para nuestro atraco.
Paco, Paca, Rosalia, Memo, Raúl, Javier y yo teníamos perfectamente bien definido ke la único lugar en el ke nuestra fechoría podía llevarse a cabo era la tienda de don Joakin, el era un señor de pelo gris aunke su cara no tenia arrugas, siempre tenia una amplia sonrisa en el rostro, y se le veía contento todo el tiempo. Su tiendota era la mas grande de la colonia, recuerdo muy bien ke cuando me tocaba ir con mi mama a su tienda para comprar la leche don Joakin siempre me hacia algún comentario chistoso acerca de cómo se veía el peinado de alguna señora en la tienda o de los zapatos de algún señor y cuando mi mama y yo nos dirigíamos a la caja a pagar, junto con el cambio, siempre le daba dulces a mi mama y le decía haciendo una voz ke no era la de el y en un tono extranjero: “Tenga zeñora, aki teneiz eztoz turrones para vuestros hijilloz ” y daba una risotada. Don Joakin era un señor buena onda, pero no no era español, mi papa decía siempre cuando don Joakin hacia su “acto” “a ke don Joakin, le hace al baturro, pero un día le van a caer los etarras” y daba tremenda carcajada, debo haber tardado unos 10 años en agarrarle la onda al chiste.
la travesía a la tiendota nos tomaba unos 20 minutos y en el camino me tocaba distribuir la carga de trabajo, Paca y Paco ke eran hermanos y eran los mas altos, llegarían al mostrador a pedirle al tendero un par de barras de chocolate de Carlos V con relleno cajetoso, no estaban tan chidos los mugres chocolates y no se vendían tanto, kiza por eso Don Joakin los tenia en la vitrina ke estaba a sus espaldas junto a otros dulces y chocolates ke eran los mas caros y también los menos comerciales, por eso mismo don joakin tendría ke darles la espalda para subirse a su bankito y alcanzar los chocolates, luego bajar del bankito y regresar al mostrador, eso nos daría tiempo suficiente para acabar de ubicarnos dentro de la tienda.
y sigue eh!
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