miércoles, 11 de febrero de 2009

De niñita llorona a legionario

Nunca se me había olvidado pagar un recibo de gas. Me preocupaba un poco porque al estar vencida la fecha de pago, me quedé sin la posibilidad de liquidar ese recibo desde la página de Internet del banco o en supermercado. Entonces me vería en la necesidad de realizar el pago directamente en las oficinas las cuales no tenía ni idea de dónde se encontraban.

Se me hizo fácil esperar el siguiente recibo que reflejaría el consumo del mes mas el adeudo, para entonces sí dentro de la fecha límite del nuevo recibo pagar por Internet como lo había hecho aquella vez con un recibo de agua con adeudos, sin embargo, para mi desgracia, los de la compañía de gas no son tan considerados ni tolerantes con la morosidad. Recibí el viernes en la mañana una llamada de mi mamá en la que me dijo que habían ido a cortar el gas y que había logrado persuadir al trabajador para que no la cortara en ese momento “Pero tenemos qué pagar ya en este momento directo en las oficinas del gas”.

En ese momento se me cerró el mundo y sólo podía pensar en los factores en contra: Ese mes me había tocado viajar todos los días hasta la fábrica de la empresa donde trabajo, ubicada en un pueblo a ochenta kilómetros de distancia de la casa; mi mamá no tenía la cantidad suficiente como para liquidar el adeudo y en aquél pueblo en donde yo estaba sólo había un banco que no coincidía con el de la única tarjeta de débito de mi mamá… Así que por alguna razón la primera idea razonable que se me ocurrió fue pedirle a mi mamá que fuera a mi trabajo a recoger parte de una cantidad de dinero que me debe una compañera para que de ahí me hiciera favor de pagar ese adeudo.

Recibí una llamada tres horas después. Era mi mamá diciéndome que después de recoger el dinero llegó a las oficinas del gas, pero que no pudo pagar porque no sólo le cobraban el adeudo, sino que además tendría qué pagar el consumo del mes en curso y con lo que traía no le alcanzaba. Además ya era tarde, casi cerraban las oficinas y por lo tanto no se podía hacer mucho. Le dije que no se preocupara, que iría yo a pagarlo el sábado temprano y que tal vez se resolvería todo sin pasar a mayores.

Una hora después otra llamada de mi mamá: “El vigilante me dijo que apenas salí, vinieron de nuevo los del gas y nos cortaron el servicio”… Me resigné pensando que al día siguiente sería sábado y ya en la ciudad me será más fácil poner todo en orden y ver lo de la reconexión del servicio.

El sábado me levanté temprano para ir a pagar el gas antes de mi clase de las once treinta. Metí mi toalla al baño, me desvestí y al ver la letra hache en la base de la llave de la regadera que hace alusión a la palabra “Hot”, recordé que el baño sería de agua fría. Nada del otro mundo, pensé. Alguna vez me he bañado con agua fría… Pero nunca helada… Porque no es lo mismo un regaderazo en verano que una ducha a conciencia en pleno invierno…

Abrí la llave, entré a la regadera y sentí el agua helada en mis pies. Se sentía como si quemara… Me mojé las manos e inclinando mi cabeza hacia delante me empecé a mojar el cabello… Tan corto por aquél corte de pelo que uso del cual por primera vez renegué, pues no fue de ayuda alguna para mitigar el cruel choque térmico entre mis capilares tibios y ese torrente glaciar.

El momento de lavar mis partes pudendas fue un calvario: Nunca dije tantas groserías en tan pocos minutos en toda mi vida, ni siquiera en la secundaria y por otro lado nunca vi mis partes tan contraídas y tan renuentes a cooperar. Recuerdo que al enjuagarme el jabón pensé: “¡Puta madre! ¡A ver si no me quedo estéril con este pinche frío!”…

No puedo decir que me fui acostumbrando al agua helada, pero sí podría decir que me resigné a continuar con el baño en aquellas condiciones. Conforme el agua escurría por mi espalda recordé aquél correo electrónico que contenía un chiste a modo de un supuesto test de hombría donde cada respuesta correspondía a un tipo de hombre… Una de las preguntas hacía referencia a los hábitos de aseo personal y la respuesta de “Se baña con sales y espuma en la bañera” correspondía a un hombre homosexual (dicho con un lenguaje mucho más soez); “Ducha de treinta minutos con jabón líquido” correspondía a la respuesta elegida por un mariquita; “Con jabón y shampoo” correspondía a un varón; y “Con agua helada” correspondía a legionario… ¿Legionario?… Por un momento pensé que ese era yo aquella mañana… Aunque para ser legionario tal vez huí demasiado del agua fría… “No, la verdad es que todavía estoy más en un nivel como de niñita llorona… Pero ya veremos mañana qué tal me va”, pensé.

Salí de la regadera temblando, con la respiración entrecortada, pero con cierto orgullo por no haber sucumbido a la tentación de no bañarme… Por estar en vías de convertirme en un macho legionario que no distingue un baño de agua fresca con uno de agua helada… Admito que la testosterona es un motivador increíble aunque nos hace cometer estupideces. Luego terminé de vestirme, fui a las oficinas del gas, pagué el adeudo, el consumo corriente y la reconexión de cuatrocientos dos pesos y una esperanza que oscilaba entre dos y cinco días hábiles... "Y cuentan a aprtir del lunes porque el sábado no hay cuadrillas disponibles", me dijo la señorita que atendía la caja... Caray, hasta el martes tendré gas si bien me va y si no hasta el viernes...

El domingo hice un poco de trabajo manual en la casa y para cuando se hizo de noche estaba yo cubierto de polvo de yeso de pies a cabeza. Tomar un baño era algo prácticamente obligatorio.

Ese segundo baño de iniciación a mi vida de vikingo fue menos traumatizante. Descubrí que si abría sólo un poco la llave era más fácil irme mojando unas partes sin salpicar otras, lo que hacía que el frío fuera menos difícil de soportar. En esa ocasión ya no dije groserías al lavarme aquellos pliegues y recovecos apretados como muéganos por el frío. “Macho legionario”, pensaba conforme me iba enjuagando con aquella agua helada…

Llegó el lunes y hasta entonces podría decir que me empecé a acostumbrar al agua helada. Ahora pude permanecer por completo hasta veinte segundos dentro del chorro de agua y sin quitarme con ese pasito tan poco varonil con el que me había movido días anteriores cuando ya no soportaba el agua en la espalda… Ya no era una como una niñita llorona aunque sabía que todavía me faltaba tolerancia al frío como para considerarme un macho legionario. Notaba mi progreso… Incluso pensé que si aún reconectándonos el gas adoptaba la filosofía del baño con agua helada contribuiría a no generar mucho dióxido de carbono por la combustión del calentador… Además como el chorro de agua que usaba era menor al habitual, ahorraría agua. ¡Caray! ¡Me sentía en vías de ser un macho legionario ecologista!

El martes, cuando saludé a mi mamá en la noche tras regresar de trabajar me sorprendió con la noticia de que ya había gas. Me sentí aliviado por poder cenar comida calentada en sartén aunque un poco decepcionado por sentir que se destruiría mi ritual de metamorfosis…

Esa noche me bañé de nuevo con agua fría y tuve la satisfacción de que pese a que el agua caliente estaba a mi disposición, prescindí de ella. Dicen que a todo se acostumbra uno menos a no dormir y a no comer… Y hoy mientras escribo estas líneas, sigo con intenciones de bañarme con agua fría esta noche… Pienso seguir dominando el arte viril de la tolerancia al agua fría. De hecho, ahora que lo pienso, no hay nada más masculino que un buen baño de agua helada después de cenar chocolate caliente y una rebanada de pastel de fresa… Pero bueno, ya fue mucha palabrería… Es hora del baño.

- el güey de junto -

3 comentarios:

Cheryl dijo...

Jajajajaja! Que valor mi amigo!!
Te felicito por tu conversión a Macho Legionario y (además) Ecologista. Aída estará orgullosa de ti cuando regrese.

Saludos!

MIG dijo...

Orales... fuiste forzado a ser Macho!!!... jeje... mucha suerte con el propósito de seguirte bañando con agua fria... Yo no lo soportaría!! Saludos

el Khaos! dijo...

Estas confundido...la "H" significa Helada y la "C" significa caliente! Estas abriendo la llave ekivocada! la proxima vez prueba y veras! o no te bañes como cunado eras greñudo! jejejeje Exale ganas carnalito!