jueves, 1 de mayo de 2008

Una de recién casados...

Cuando te entregan tu primera casa, recuerdas todas esas pláticas que has tenido en las que te cuentan el "vía crucis" que vivieron durante el mismo proceso. Son pláticas que por tratarse de algo que uno todavía no vive, son filtradas inmediatamente al subconsciente como si las peripecias vividas por quien te lo platica fueran producto del azar, de la mala suerte o negligencia del mismo quien te relata su versión del "Infiernito inmobiliario". Qué iluso fui...

Después de que nos entregaron la casa 2 meses después de la fecha establecida, de interponer quejas por defectos en dos paredes, un marco de cancel de aluminio y 3 puertas, estábamos resignados a que el servicio que nos brindaba la constructora (que para proteger su identidad, llamaremos JAVER) era bastante deficiente. Sabíamos que prometían entregas, fechas pero que a la hora de la hora, "Era pura baba de perico", como diría la madre de un amigo de la adolescencia.

Como al mismo tiempo estábamos con la contratación de los servicios de luz, gas y agua, mi esposa Aída y yo tomamos la rutina de dar vueltas frecuentes en las noches para ver si había algún nuevo medidor. Llegaron de inmediato el gas y el agua pese al pronóstico de 10 a 15 días hábiles que nos dio la señora que atendía la ventanilla de contrataciones. Esperamos uno, dos y tres días y de la luz, "Ni sus luces"... Por fin unos días después, vimos que ya teníamos un flamante medidor de luz. Ese mismo fin de semana fuimos armados con taladro, cortineros, cortinas, fusibles y un par de etcéteras, aunque existía el inconveniente de que estaba lloviendo.

Siempre le he tenido un excesivo respeto a la electricidad. La idea de colocar fusibles bajo la lluvia, a la intemperie, no era algo que me inspirara mucha confianza, pero ver nuestra casita con luz y poder empezar a poner los cortineros, lo valía; así que coloqué una cubeta de cabeza y me subí en ella para aislarme. Usé además unas pinzas aislantes para colocar fusibles y poco me faltó para usar guantes y lentes de seguridad. Puse los fusibles, cerré la tapa y mientras miraba a Aída tras sus lentes salpicados con lluvia, le dije: "Listo... Vamos a tocar el timbre para ver si ya había luz"...

Corrimos como niños a quienes les dicen que acaban de partir los Reyes Magos tras dejar regalos. Accionamos el interruptor del timbre y sólo escuchamos el eco del aire resoplando a través de los marcos de las ventanas entreabiertas, sin embargo una chispa de esperanza volvió a nuestros ojos al suponer que tal vez el timbre no estaba instalado, así que corrimos a probar un apagador que encendía uno de los pocos focos que pusimos para empezar a probar la instalación... Pero el resultado fue el mismo... Nada...

Me sentía frustrado. No podíamos hacer nada más si la instalación de luz no funcionaba. Antes de gritar pestes de la constructora, pensé que sería bueno revisar los fusibles. Repetí el ritual de equilibrarme sobre la cubeta, abrir la tapa, quitar los fusibles y los revisé con un multímetro. Los fusibles funcionaban, entonces si descartábamos la remota posibilidad de que los de la CFE hubieran instalado mal el medidor, sólo quedaba la constructora como única culpable... Así que llamé a un amigo experto en instalaciones con el fin de explicarle el problema para que me ayudara a diagnosticar la falla para así poder hablarle a la constructora y reclamarles por su infame trabajo... -Ah, caray... ¿Dices que checaste los fusibles y están bien? -Sí, y la verdad, veo difícil que los güeyes de la CFE hayan hecho mal la chamba... -Sí, no creo, porque ellos prueban antes de irse... A ver. Está la subestación subterránea y luego el medidor, ¿verdad? -Sí -Y atrás del medidor el switch donde están los fusibles, ¿Correcto? -Correcto. -Y después de ahí, están las pastillas que... -¿Pastillas? -Interrumpí. -Sí, en el centro de carga, generalmente los ponen en la cocina o lavandería... -¿Sabes qué? Al rato te marco. -¿Por qué? ¿Todo bien? -Sí, creo que ya se dónde está el problema. Si no, te marco en un rato. -Ok, suerte... Saludos a tu esposa...

Aída y yo nos quedamos mirando... Ella todavía sin saber qué pasaba y yo con una expresión que parecía decir "Soy un estúpido"... Caminé serenamente a la cocina, y vi cómo las felices pastillas estaban en OFF... ¡EN OFF!... ¿Cómo carajos esperaba que hubiera luz en la casa?... Aída escuchó tres "¡Prac!" y enseguida el foco del baño empezó a bañarnos con sus 24 watts de luz fluorescente en tono cálido... Aída soltó una carcajada para no tener que reiterar con palabras lo que yo pensaba de mí... Nos pusimos a probar cada foco y apagador de la casa y el saldo final cambió de "Todo es una mugre, nada sirve" a "El foco del área del lavabo de arriba no enciende".

Aprendí la lección. Estoy seguro de que este fin se semana cuando conecte el agua, no olvidaré abrir la llave de paso del medidor ni la del tinaco... Estoy seguro... Bueno, eso espero...

- el güey de junto -

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