sábado, 8 de noviembre de 2008

¡Y que me cortan la cola! ( 3 )

Continúa de aquí...

¡No!, ¿Cómo cree? No daría tiempo usando pura anestesia local. Va a ser raquea. –Ay no… -Dije con voz trémula. –No se preocupe, le voy a poner un tranquilizante. Ahorita vuelvo.

-Me resigné. Me quedé boca abajo mirando el monitor de signos vitales al que estaba conectado por medio de una pincita colocada en mi dedo y de inmediato escuché pasos. Volteé y reconocí al Cirujano que me había revisado días antes, quien me saludó sonriente: -¿Listo? –Sí… Oiga Doctor, me dijeron que la anestesia va a ser raquea… -No, le voy a decir a la anestesista que la ponga local. –Oiga me ayudaron a rasurarme, espero que no sea necesario rasurar más… -A ver... –Dijo mientras abría la bata y dijo: -¡Muy bien compadre! ¡Quedaste como pa película porno! –Y mis nervios me hicieron participar tímidamente con las carcajadas del resto del personal que ya se encontraba para entonces en el quirófano.

-Lili, póngale local. -¿Local? Oiga, pero ¿le dará tiempo de terminar?Sí, Usted no se preocupe. –Y en ese momento, su despreocupación, su estúpido chiste sobre mi trasero rasurado con calidad de pornstar y su plática informal con el resto de la gente del quirófano me hicieron dudar de la capacidad del Doctor... Me lo imaginé dándome un golpe con un tubo en la cabeza para noquearme en caso de que estuviera pasando el efecto de la anestesia local, pero ya era demasiado tarde... Me sentía adormilado por el tranquilizante que Lili puso en la línea que me habían canalizado minutos antes.

Esperaba sentir la inyección de la anestesia local, el bisturí cortando mi piel que según palabras de conocidos míos se sentiría como si me estuvieran pasando un pincel mojado con agua fresca, pero no sentí nada. Ni bisturí, ni inyección, ni el tiempo ni nada. De pronto sentí que recuperé lucidez, según yo a pocos minutos de iniciada la operación y vi que todos salían del quirófano. Yo bastante más alegre de lo habitual, como si estuviera bajo el efecto de cuatro cervezas pregunté: –Doctor ¿qué pasó? –Ya acabamos, compadre. –¿Y de qué tamaño era el quiste? –Como del tamaño de un limón. –Oiga doctor… -¿Qué pasó? –Gracias… -No hay de qué, compadre.

-Pecho-tierra me pasé a otra camilla. Bueno, más bien pecho-sábana, porque tierra era lo último que necesitaba mi herida que dejaron abierta para que cerrara de adentro hacia fuera. Recorrí pasillos del hospital en la camilla que empujaba un paramédico, sintiéndome Superman volando horizontal con respecto al piso. Llegamos a un cuarto donde me dejaron esperando unos segundos hasta que vi que me pusieron un plato con comida frente a mí, aunque no tan cerca como para poderlo tomar con mis manos.

-¡Hola Amorcito! ¿Cómo te fue? –¡Bien! –Le respondí a Aída cuando pude reconocer su voz. –¿Me acercas ese plato? –Ah, si tienes hambre entonces no estás tan mal… -Y todavía boca abajo, cuando me acercó el plato le quité el plástico transparente que cubría la comida y devoré la ensalada, el pollo con papas, el arroz y hasta las galletas Marías que se llenaron de la salsa del guisado de pollo. –Oiga, acaba de salir de operación y come que da gusto, ¿eh? –Dijo una enfermera que pasaba por ahí. –Sí, así es él. –Dijo Aída con una mezcla entre orgullo y pena. Cuando me terminé la comida Aída me acercó la bolsa con mi ropa y me dijo que era hora de irnos y yo con una sonrisa de oreja a oreja y todavía animado en exceso por el efecto de la anestesia pregunté cual niño pequeño que si no nos podíamos quedar otro rato… -No, ya pasó mucho rato, estuvo larga la operación, ¿eh? Para lo que te hicieron, no era para tres cuartos de hora. –¿Tres cuartos de hora? A mí me parecieron cinco minutos a lo mucho.

-Salí de la clínica caminando lentamente del brazo de mi suegra y vi que Aída para entonces ya estaba en el carro frente de la salida. Como no debía viajar sentado para no correr riesgo de infección, decidí acostarme boca abajo en el que me pareció un microscópico asiento trasero de un Ford KA, pues cuando pude dejarme caer, mis rodillas estaban tocando un extremo del asiento y mi nariz el otro. “Hasta parece secuestro express”, les dije cuando arrancamos hacia la casa. Cuando llegamos, subí las escaleras sin separar las rodillas y me dejé caer boca abajo sobre la cama para empezar a vivir mi convalecencia: Dormir boca abajo, comer boca abajo, trabajar y entretenerme con mi Laptop boca abajo y agarrarme de una toalla enredada en el toallero con una mano y apoyarme del tanque del excusado con la otra cuando quería ir al baño... ¡Caray! ¡Y todo por un triste pelo al que le dio la gana crecer hacia dentro!

- el güey de junto -

4 comentarios:

MIG dijo...

Pues que bueno que todo salio bien... cuando platicaste lo valewilson del doctor me acorde del comercial... "ahi no esta el apéndice doctor" o algo asi va jeje... Saludos!!

Cheryl dijo...

Me alegro de que todo saliera bien, ¿Cómo te fue en tu convalecencia?

Más vale que de vez en cuando te des una exfoliación en toda la piel, para evitar los pelitos enterrados.

Saludos!

Pasajeros enmascarados dijo...

Todo salió bien. La convalescencia crítica de limpiar la herida no duró más de 5 días...

No me imagino exfoliándome el trasero de vez en cuando XD

Saludos!

Anónimo dijo...

ah!! me gustó eso del secuestro express, maldición! y penssar que pude hacerlo jajajaja!!! además de mil cosas q pasaron en mi cabeza uy! ahí viene el Uy! Me encanta el sentido que le das a este tipo de situaciones, que así son... parecen de miedo pero al final de cuentas pasan, y con buen sentido del humor pss mejor!

P.D. Hazle cado a Chery, dile a Aida q de vez en cuando te haga una exfoliación, yo si conservo ese instinto de changa y siempre ando esculcando en los pelos o en la piel del Isra y en la mia también, de hecho van dos veces q en uno de mis senos encuentro bolitas con un pelillo amontonado, no sabía q se pudiera poner tan seria la cosa!! me los saco por q molestan nada más.
Kitty!!♥