miércoles, 7 de enero de 2009

Aprendizaje

Los niños son criaturas curiosas que aprenden sobre el camino de las fuentes que tengan más accesibles. Aprenden de lo que ven hacer a sus padres, de lo que ven hacer a sus hermanos, a los personajes de sus programas televisivos preferidos, a sus amigos, vecinos, primos de los hermanos de los vecinos de sus tíos e innumerables fuentes más.

Recuerdo un día en el que mi hermana Lorena tal vez buscaba su identidad, o tal vez buscaba reafirmar su rol en la sociedad y de paso sentir nuevas experiencias:

Un día cuando ella tenía tres o cuatro años jugaba en su recámara mientras mi mamá cocinaba y yo veía la televisión. Debido a un comercial que distrajo mi concentración de la tele pude percibir cómo de pronto el rítmico sonido del tac tac del cuchillo sobre la tabla de picar se detuvo súbitamente, volteé a ver a mi mamá y la vi mirar hacia el infinito mientras buscaba identificar algo que estaba escuchando…

Dejó el cuchillo sobre la barra, caminó hacia el pasillo, me volteó a ver y con la mano me hizo señas para que me acercara sigilosamente. Así lo hice y cuando estuve justo a un lado de mi mamá, pude ver a mi hermana sentada en el piso, de espaldas hacia donde estábamos nosotros y señalando acusadoramente a su muñeco de peluche mientras decía repetidamente como una grabadora “Son chingaderas… Son chingaderas… Son chingaderas…”…

Mi mamá me hizo señas para que la siguiera de nuevo al final del pasillo cerca del comedor y dijo en voz alta ¿Lorenita, me hablas? “¡No mami!” contestó mi hermana. Entonces escuchamos que el murmullo que al principio oímos disminuyó. Nos volvimos a acercar y ahora con ademanes más contenidos y voz mucho más baja seguía repitiendo el reproche a su muñeco de peluche.

Regresamos al área del comedor; “Ven, vamos a comer” dijo de nuevo mi mamá en voz alta y entonces escuchamos pasos de sus pequeños zapatitos y Lorena llegó con nosotros a la mesa.

Mi mamá y yo nos volteamos a ver. En ese momento mi mamá no le dijo nada y no se si después lo hizo… Lo que sí se es que desde ese día jamás volví a escuchar a mi mamá decir “Son chingaderas” cuando desatendía mis obligaciones o faltaba a un acuerdo hecho con ella. Tal vez las dos aprendieron el mismo día.

- el güey de junto -

2 comentarios:

Cheryl dijo...

Jajajaja si de verdad que aprenden de los demás y sin que ellos se den cuenta. Me paso algo similar con mi sobrina Camila, de 4 años en aquel entonces.

Cuando la descubrí repitiendo las palabrotas que alguna vez me escucho decir, senti verguenza jajajaja.

Saludos!

MIG dijo...

Definitivamente los niños son el reflejo de la sociedad donde viven (familia), y ps se educa con el ejemplo. Saludos