lunes, 12 de enero de 2009

A propósito de crisis...

Mi buen amigo Nacho me platicaba sobre una anécdota que le ocurrió a su papá, hace bastante tiempo y no precisamente en época de crisis:

El bullicio típico de la casa fue opacada de pronto por el silbato característico que usan los afiladores de cuchillos ambulantes que rondan las colonias en sus bicicletas, así que en el acto la madre de Nacho le pidió a su esposo que detuviera al afilador mientras ella buscaba unos cuchillos que requerían de sus servicios.

El padre de Nacho salió al encuentro del afilador que ya estaba a escasos metros de la casa, así que con una seña le indicó que se detuviera y esperara un poco.

Habían transcurrido pocos segundos cuando de pronto la madre de Nacho salió de la casa con un cuchillo cebollero, unas tijeras y dos cuchillos medianos: “Es que estos dos ya no cortan ni un triste pedazo de queso”, decía la señora. El afilador recibió los objetos con agrado e inmediatamente la madre de Nacho regresó a su casa, lo que hizo que implícitamente el padre de Nacho adquiriera la responsabilidad de esperar a recibir los cuchillos y tijeras afilados y pagar el servicio.

El afilador, hombre tosco que tal vez había visto pasar unas cincuenta primaveras empezó a trabajar sobre el cuchillo cebollero y sin quitar la mirada de su trabajo preguntó al padre de Nacho: -Oiga… ¿Cuánto le costó? –Extrañado, el padre de Nacho contestó preguntando: -¿Cuánto me costó qué?¡Su esposa! –Dijo el afilador en un tono como si la pregunta que le hizo fuera más que obvia. –Ah, bueno… No me costó nada. -¿En serio? –Dijo el afilador, esta vez dejando de mirar sus herramientas para dirigir su mirada al padre de Nacho, pero sin dejar de trabajar. –Sí, en serio… ¿Por qué? ¿De dónde es Usted? ¿A poco allá venden esposas? Bueno, pos yo vengo de la Sierra de Veracruz y pos… allá uno puede comprar una esposa: Hay de trescientos pesos que saben hacer el quehacer, las de quinientos que además del quehacer bordan, cosen o hacen alguna otra gracia y están también las de mil pesos que aparte saben leer y escribir…

-Se produjo un silencio durante el cual el afilador siguió trabajando con las tijeras y el resto de los cuchillos. Mientras, el padre de Nacho imaginó la escena con un escaparate en una tienda de pueblo y una serie de mujeres de distintas estaturas y complexiones paradas derechitas tras el mostrador y recargadas en la pared, unas sosteniendo un cartoncito frente a sus pechos escrito burdamente con plumón y que decía “300”, otras un “500” y otras un “1000” que en este caso estaría escrito con plumón azul rey y remarcado con más cuidado... De pronto no pudo contener más la curiosidad y dijo al señor: -Supongo que Usted compró la de mil pesos, ¿no? -¡No! ¿¡Cómo cree!? ¡Está bien cara! Yo compré la de trescientos… -Dijo el afilador con un gesto adusto, como si le hubieran sugerido hacer una tontería.

El padre de Nacho contuvo la risa y no pudo evitar sentir una brisa de pena ajena... Aunque… Ahora que lo pienso… ¿Se imaginan hoy en plena crisis mundial cuánto costaría una con licenciatura? ¡De por sí aunque uno no la compre, el mantenimiento ya es carísimo!

- el güey de junto -

2 comentarios:

MIG dijo...

jajajaja ... chetos!! por mi no pagaron nada.... pero ya lo están pagando jeje (risa malvada)

Cheryl dijo...

Oraleeeeeeeee!!!
Ahora si que depende para que quieras a la esposa es lo que debes invertir.

Jajajajaja el sueño de muchos hombres. Aunque yo creo que para estos tiempos las de $300 estarían agotadas del mercado.