viernes, 13 de junio de 2008

Perlita...

Perla es una excompañera de trabajo que venía de Montemorelos, municipio del estado de Nuevo León, aunque no estoy seguro si nació ahí... Lo más probable es que sí.

Perla es una mujer alta, de cara redonda, ligeramente corpulenta, ojos, cabello y piel muy claros y voz suave. De carácter franco y personalidad ecuánime. Rápidamente se integró al ritmo del grupo de ventas de la empresa que en ese tiempo empezó a crear fama de terminar 6 de cada 7 días de la semana en una fiesta donde el alcohol era el invitado de honor.

Perla manejaba en ese entonces un popular auto con cajuela, de esos de los cuales según su publicidad, "todos llevamos uno en la cabeza". Unas veces me tocó ver la cajuela del carro de Perla y en verdad me sorprendía su contenido. Todo un kit de supervivencia post-borrachera que incluía artículos como sandalias, ropa de repuesto, pantuflas, latas de atún, paquetes de galletas, aspirinas, antiácidos, pastillas para el mareo, una toalla, maquillaje y cosas por el estilo que le permitían pasar la noche completa de parranda y llegar presentable a la mañana siguiente sin llegar a su casa. Toda una profesional. Incluso una vez me tocó ver que de su bolsa sacó una funda de piel curtida con su nombre pirograbado y un caballito de tequila dentro. -¡Ay güey! Siempre andas preparada, ¿verdad? -¿Cómo crees? Es casualidad que lo traiga en la bolsa. No creas que siempre ando cargando con él... -Pero a mí me dio la impresión que sí.

Me contó mi amiga Tere que en una de las famosas fiestas que organizaban, Perla estaba divirtiéndose hasta que uno de los amigos del novio de Tere llegó retándola: "A que tomo más que tú, Perlita"... Me dijeron que declinó el reto diciéndole que no, que no estaba tomando, sin embargo el ingenuo tipo siguió insistiendo constantemente hasta que Perla pidió una botella de Tequila para iniciar el reto.

Perla sentenció diciendo que iban a tomar cada uno un caballito de tequila. Le advirtió que no se podía echar para atrás. El tipo confiado, alardeando con sus amigos, tomó el primer trago. Después Perla, con mirada tranquila tomo su primer trago. Después de 4 tragos cada uno, el retador dio las gracias a Perla y admitió que era buena tomadora, pero Perla le hizo ver que no se iba a librar tan fácilmente. -¡Nada! No hemos terminado. -Pero, Perlita, ya no puedo... -¡Me vale! Me retaste y ahora vas a cumplir. Es más, por cada caballito que te tomes, yo me echo dos. -Los amigos del pobre incauto lo presionaron aludiendo a que con semejante ventaja no podía declinar el reto, así que un poco más tranquilo tomó su siguiente trago, Perla sus dos respectivos, él otro y Perla otros dos. Cuando el contrincante de Perla iba a tomar el siguiente, algo pálido dijo que se retiraba. -¡Para eso me gustabas! No aguantas nada... -Esos comentarios de Perla, otros similares y más ofensivos por parte de las amigas de Perla y la burla de sus amigos no fue suficiente incentivo para animar al pobre hombre.

Fue hasta que Perla dijo que por cada trago que se tomara ella tomaría tres, cuando él decidió hacer un nuevo intento. Tomó con mano temblorosa el caballito entre gritos de ánimo de sus amigos, quienes sólo lo animaban por solidaridad y no por ver posibilidades de triunfo. Volteó a ver a Perla con una mirada de sumisión y respeto y aguantando la respiración y el mareo se tomó su trago. Perla sin siquiera inmutarse, se sirvió y bebió tres caballitos al hilo entre gritos de admiración de los presentes. -Ya, ya no puedo más... -¿Ya ves? ¡No me duraste nada! -Dijo Perla. -Esto es para que no vuelvas a subestimar a una mujer, ¿Me oíste?...

El tipo con su ego y su sobriedad perdidos no pudo más que asentir y tragarse sus palabras. Nunca más se metería con una mujer. Al menos no con un mujerón de semejante bravura como la legendaria Perla.

- el güey de junto -

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