lunes, 17 de diciembre de 2007

Batalla campal

¡Y ahí estaba yo! Con un chequezote en la mano, a punto de cerrar el trato para adquirir mi flamante "Lotus Exige S" del año y llevármelo a mi lujosa residencia. Recibí las llaves del deportivo y escuché un sonido extraño... Como una serie de "beeps"... No sabía si al recibir la llave había activado la alarma... No, algo raro pasaba... Escuchaba los "beeps" al abrir la puerta de mi nuevo Lotus, encendí el auto y el motor no sonaba como yo esperaba... En lugar de sonar poderoso, sonaba a... A más "beeps"! Todo empezó a desvanecerse y cuando me di cuenta, estaba despertando a la realidad... Donde tengo un carro al que le falla el velocímetro, vivo en casa de mi suegra y a duras penas voy a sobrevivir navidad.

Sentí una ligera sensación diferente en mi cara... Conforme fui recuperando conocimiento caí en cuenta que se trataba del horroroso frío de cuatro grados centígrados que me había entumecido la cara. Alcancé a ver el despertador y al ver "6:45am" pensé que otros diez minutos en la cama no harían daño. Caí a los brazos de Morfeo, pero mi Lotus ya no estaba ahí... Ya no era poderoso... Ya no era lo máximo... Era... - ¡Beep! ¡beep! ¡beep! ¡beep!... ¡Rayos! ¡Las seis con cincuenta y cinco! Ahora el frío se sentía más que antes, con la novedad de que mi vejiga también estaba despierta y clamaba por un violento desahogo. ¡No podía levantarme! O más bien... No quería levantarme... Y no me refiero a un "no querer" como quien sabe que viene lo inevitable. No lo decía como el niño que no quiere ir a la escuela y que sabe que invariablemente va a ir... No... Esta vez lo deseaba desde un lugar mucho más profundo de mi ser. Me resistí a pensar que una persona en tan perfecto estado de reposo tuviera que ser violentada de esa manera exponiéndosele al crudo frío invernal provisto tan sólo de unos boxers para ir hacia la regadera.

Pensé en un plan. Consistía en levantarme corriendo sin destapar a mi esposa, ponerme un pants, playera y sudadera (lo primero que encontrara) y una vez un poco más protegido, correría al baño donde por fin descargaría felizmente toda la estúpida, maldita y diurética agua de jamaica que bebí el día anterior. No podía fallar... Conté hasta tres, como unas cuarenta y ocho veces... Porque cuando llegaba al tres y levantaba un poco la cobija, el frío me hacía abortar el plan una y otra vez, hasta que caí en cuenta de que cada vez que sucedía esto, el aire frío que entraba llegaba a mi panza y hacía que me dieran muchas más ganas de ir al baño. La siguiente tenía que ser la definitiva.

"¡Tres!" Pensé al momento en el que me ponía de pié. Corrí a abrir el closet cuando me di cuenta que por la poca luz que había por las espesas cortinas era difícil ubicar la ropa. Repentinamente sentí aire frío en todo el cuerpo. Mi vejiga se contrajo y no pude esperar más. Corrí descalzo, sin playera y en boxers hacia el baño. En ese momento no me importó la corriente de aire helado que entraba por la ventana del baño ni que el gélido azulejo del piso estuviera a punto de ser causal de que me amputaran los dedos de los pies... Pero cuando estaba terminando de descargar la jamaica, mi cuerpo empezó a temblar... Salí corriendo a la recámara y en lugar de buscar mi ropa y prender la luz, me volví a meter en la cama. ¡Grave error! Ahora con el frío, todavía con casi nada de ropa, con las sábanas calientes, no tener la prisa de ir al baño y con la confianza de tener un despertador que suena cada 10 minutos, sería presa fácil del sueño irresponsable.

Mis sueños seguían siendo interrumpidos por el despertador. Desde las siente con cinco hasta las ocho con cinco. Finalmente algo me hizo voltear a ver el despertador y aunque mi entrada al trabajo es a las ocho con treinta y me toma de cuarenta a cincuenta minutos llegar, mi cuerpo se negaba a darle el carácter de urgencia que merecía la situación. Era como ver un alacrán caminando hacia mi y tener flojera de pisarlo o hacerme a un lado. Maldición invernal!

Después de una batalla campal contra mi complejo de "San lunes" potenciado por su nueva faceta "polar", decidí levantarme en contra de la voluntad de mi subconsciente. Iba hacia la regadera cuando fui intimidado por el frío baño... -Al fin que nadie me va a estar oliendo. -Fue lo que pensé cuando ya me estaba poniendo un pants, playera, sudadera con aroma a "promedio de actividades de domingo" y salí corriendo din desayunar y sin algo para el almuerzo... Yo trataba de encender el carro mientras el pollo congelado reía desde el Tupperware que cerré la noche anterior. La batería del carro perezosa hizo encender el auto al segundo intento y mi yoghurt matutino se carcajeaba desde la bandeja de los huevos dentro del refri. Y ahí iba yo... En mi auto cuya calefacción cancelé por no tener dinero para reparar una válvula... Con un frío invernal... Con el estómago vacío y una expectativa de hambruna vespertina... Con la moral baja y con una fuerza de voluntad mermada por semejante prueba matutina... Con un aire de derrota, pero... Mañana será otro día.

- el güey de junto -

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