Durante una buena temporada, mi compañera Tere y yo compartimos comida. Ella llevaba guisado y yo compraba tortillas y frijoles. Ella llevaba pechuga empanizada y yo compraba unos Rancheritos o unas Sabritas. El día en cuestión no fue la excepción, sólo que esta vez, cuando fuimos al Oxxo a comprar los complementos y las bebidas, Tere me dijo que no comprara de tomar: -Traje Toki de guanábana. -¿Trajiste qué? -Toki de guanábana. -¿Y qué es eso? ¿Es algún menjurje raro de tus tierras? -Más o menos. Es polvito para hacer agua de sabor. -Y ¿Toki es la marca? -Sí, son de Guatemala...
-Estaba listo para acompañar la comida con una versión sudamericana del Kool-Aid con sabor a guanábana. No podía ser tan malo. -De hecho vas a ver que sabe bien rico. ¡Sabe super natural! -Ah, perfecto. Vamos a probarlo. -Le dije cuando ya estábamos entrando a la oficina.
Un compañero estaba en el área de comedor, y le preguntamos si ya había terminado de comer. -No, apenas acabo de terminar de calentar el lonche... -Oye, Juan Pablo... ¿Trajiste de tomar? Porque traje Toki de guanábana y vamos a preparar una jarrita... -Y ¿qué es Toki? -Polvito para preparar agua. -¡Ah, gracias! Te voy a tomar la palabra porque andaba tomando agua sola...
-Tere sacó una jarra de vidrio de la alacena del comedor de empleados y se la dio a Juan Pablo, quien fue a llenarla con agua de garrafón la cual para nuestra desgracia, había sido recién reemplazado y todavía no alcanzaba a enfriarse. Los hielos son sencillamente un artículo inexistente en el área del comedor de donde trabajamos, así que nos resignamos a tomar agua a temperatura ambiente. Tere abrió otra puerta de otra alacena y sacó una bolsa de supermercado arrugada y anudada. De ahí sacó un maltrecho sobre metalizado abierto, el cual resultó ser un sobrante de Toki... -Tere, ¿Estaba abierto el sobrecito? -Sí, no pasa nada. Es que hace como tres días lo abrí para prepararme un vasito... -Inclinó el sobrecito sobre la jarra y para nuestra sorpresa en lugar de ver un polvo blanquecino como se hubiera esperado, cayó una piedrita blanca del tamaño de un par de frijoles dentro de la jara que tenía aproximadamente dos litros de agua... -¡Plup!...
-¿Y eso qué madres es? -Ah, es que se ha de haber hecho durito con la humedad... ¡Y eso que lo dejé en bolsa de plástico! -Y vi que Tere dejó el sobrecito sobre la mesa. -¿Y no le vas a echar el resto? ¡Es muchísima agua para esa piedrita guanabanosa! -Es que ya no hay más... je je je... -Oye, pero va a saber bien gacho, ¿no? -¡Me vale madres! ¡Nos lo vamos a acabar todo! -No, no la friegues, yo paso. -¡Nada de paso! Si no, no les vuelvo a invitar nada, ¿eh?... Yo que se los compartí con mucho cariño... Qué gachos son... -Y aunque Juan Pablo y yo sabíamos que era un vil chantaje sentimental, clasificación "Telenovela Televisa de los ochentas", decidimos solidarizarnos.
Servimos el agua en los tres vasos con precisión quirúrgica con el fin de que el sufrimiento fuera fríamente equitativo para los tres. Me armé de valor, tomé el vaso y con desconfianza natural, olfatee el agua... Hice una pausa con mirada perdida hacia arriba... No percibí nada... Bueno, ¿Qué tal malo puede ser? Pensé... Y le di un pequeño trago...
Todavía recuerdo la experiencia. El agua tibia con un ligero sabor que era lo suficientemente suave como para que no supiera a agua de sabor, pero no tanto como para que supiera a agua simple. Dejaba un sabor raro, difícil de identificar, pero de presencia permanente. Creo que tuvimos suficiente mala suerte como para que fuera la cantidad exacta de Toki como para preparar la mezcla de peor sabor posible. Realmente hice un esfuerzo por no hacer una mueca... Pero fracasé. Mi entrecejo y mi boca dieron el veredicto: El sabor era asqueroso. Sin embargo ya se trataba de una deuda de honor. Nadie podía echarse para atrás.
-Ya se, me lo voy a echar de un sólo trago... -Tomé fuerza, contuve la respiración y me bebí el horrendo caldo de guanábana en pocos segundos. Al pasármelo, seguí unos cuántos segundos más sin respirar y con los ojos cerrados, ya que contener las ganas de vomitar no es cosa fácil. -No te hagas, todavía queda un poco en la jarra y nos lo tenemos qué repartir. -¡Pero apúrate! Antes de que pierda el valor... -Y me sirvió poco menos de medio vaso, que era mi sentencia... Mi última ración que finiquitaba mi fatídica solidaridad... Nuevamente bebí el contenido semi turbio del vaso y mitigué el mal sabor de la rebajadísima agua de guanábana artificial mordiendo una tortilla. Juan Pablo y Tere se seguían mirando y esperando a ver quién daría el siguiente paso. -Ándale Tere, no le saques. Es tu pinche agua y tienes qué poner el ejemplo. -Bueno, los dos a las tres: Una... Dos... Tres! -Y como si de una carrera de obstáculos brincando estiércol se tratara, los dos hicieron gala de velocidad con gesto de guácala y sin dejar de hacer bizcos por mantener fija la mirada en el brebaje blanquecino que ingerían.
Terminaron de beber su respectivo vaso, se miraron a los ojos, me voltearon a ver y adivinaron lo que seguía. -Ni pedo, hay que darle matarile a lo que sobra. Ándale Tere, ¿Qué tanto es tantito? -Se sirvieron su respectiva "casi media mitad" de vaso y terminaron con la horrible sopa de guanábana. -Les juro que en realidad sabe bien, nada más que era muy poco polvito y mucha agua. Van a ver, voy a traer un sobrecito nuevo y lo voy a preparar como debe de ser... -No, ni madres, yo ya no le entro. Si tú quieres hacerle segunda a la Tere, allá tú. Yo ya no le entro a la brisa de guanábana. Ni madres...
Jamás le dimos segunda oportunidad al dichoso... Y mentado Toki
- el güey de junto -
-Estaba listo para acompañar la comida con una versión sudamericana del Kool-Aid con sabor a guanábana. No podía ser tan malo. -De hecho vas a ver que sabe bien rico. ¡Sabe super natural! -Ah, perfecto. Vamos a probarlo. -Le dije cuando ya estábamos entrando a la oficina.
Un compañero estaba en el área de comedor, y le preguntamos si ya había terminado de comer. -No, apenas acabo de terminar de calentar el lonche... -Oye, Juan Pablo... ¿Trajiste de tomar? Porque traje Toki de guanábana y vamos a preparar una jarrita... -Y ¿qué es Toki? -Polvito para preparar agua. -¡Ah, gracias! Te voy a tomar la palabra porque andaba tomando agua sola...
-Tere sacó una jarra de vidrio de la alacena del comedor de empleados y se la dio a Juan Pablo, quien fue a llenarla con agua de garrafón la cual para nuestra desgracia, había sido recién reemplazado y todavía no alcanzaba a enfriarse. Los hielos son sencillamente un artículo inexistente en el área del comedor de donde trabajamos, así que nos resignamos a tomar agua a temperatura ambiente. Tere abrió otra puerta de otra alacena y sacó una bolsa de supermercado arrugada y anudada. De ahí sacó un maltrecho sobre metalizado abierto, el cual resultó ser un sobrante de Toki... -Tere, ¿Estaba abierto el sobrecito? -Sí, no pasa nada. Es que hace como tres días lo abrí para prepararme un vasito... -Inclinó el sobrecito sobre la jarra y para nuestra sorpresa en lugar de ver un polvo blanquecino como se hubiera esperado, cayó una piedrita blanca del tamaño de un par de frijoles dentro de la jara que tenía aproximadamente dos litros de agua... -¡Plup!...
-¿Y eso qué madres es? -Ah, es que se ha de haber hecho durito con la humedad... ¡Y eso que lo dejé en bolsa de plástico! -Y vi que Tere dejó el sobrecito sobre la mesa. -¿Y no le vas a echar el resto? ¡Es muchísima agua para esa piedrita guanabanosa! -Es que ya no hay más... je je je... -Oye, pero va a saber bien gacho, ¿no? -¡Me vale madres! ¡Nos lo vamos a acabar todo! -No, no la friegues, yo paso. -¡Nada de paso! Si no, no les vuelvo a invitar nada, ¿eh?... Yo que se los compartí con mucho cariño... Qué gachos son... -Y aunque Juan Pablo y yo sabíamos que era un vil chantaje sentimental, clasificación "Telenovela Televisa de los ochentas", decidimos solidarizarnos.
Servimos el agua en los tres vasos con precisión quirúrgica con el fin de que el sufrimiento fuera fríamente equitativo para los tres. Me armé de valor, tomé el vaso y con desconfianza natural, olfatee el agua... Hice una pausa con mirada perdida hacia arriba... No percibí nada... Bueno, ¿Qué tal malo puede ser? Pensé... Y le di un pequeño trago...
Todavía recuerdo la experiencia. El agua tibia con un ligero sabor que era lo suficientemente suave como para que no supiera a agua de sabor, pero no tanto como para que supiera a agua simple. Dejaba un sabor raro, difícil de identificar, pero de presencia permanente. Creo que tuvimos suficiente mala suerte como para que fuera la cantidad exacta de Toki como para preparar la mezcla de peor sabor posible. Realmente hice un esfuerzo por no hacer una mueca... Pero fracasé. Mi entrecejo y mi boca dieron el veredicto: El sabor era asqueroso. Sin embargo ya se trataba de una deuda de honor. Nadie podía echarse para atrás.
-Ya se, me lo voy a echar de un sólo trago... -Tomé fuerza, contuve la respiración y me bebí el horrendo caldo de guanábana en pocos segundos. Al pasármelo, seguí unos cuántos segundos más sin respirar y con los ojos cerrados, ya que contener las ganas de vomitar no es cosa fácil. -No te hagas, todavía queda un poco en la jarra y nos lo tenemos qué repartir. -¡Pero apúrate! Antes de que pierda el valor... -Y me sirvió poco menos de medio vaso, que era mi sentencia... Mi última ración que finiquitaba mi fatídica solidaridad... Nuevamente bebí el contenido semi turbio del vaso y mitigué el mal sabor de la rebajadísima agua de guanábana artificial mordiendo una tortilla. Juan Pablo y Tere se seguían mirando y esperando a ver quién daría el siguiente paso. -Ándale Tere, no le saques. Es tu pinche agua y tienes qué poner el ejemplo. -Bueno, los dos a las tres: Una... Dos... Tres! -Y como si de una carrera de obstáculos brincando estiércol se tratara, los dos hicieron gala de velocidad con gesto de guácala y sin dejar de hacer bizcos por mantener fija la mirada en el brebaje blanquecino que ingerían.
Terminaron de beber su respectivo vaso, se miraron a los ojos, me voltearon a ver y adivinaron lo que seguía. -Ni pedo, hay que darle matarile a lo que sobra. Ándale Tere, ¿Qué tanto es tantito? -Se sirvieron su respectiva "casi media mitad" de vaso y terminaron con la horrible sopa de guanábana. -Les juro que en realidad sabe bien, nada más que era muy poco polvito y mucha agua. Van a ver, voy a traer un sobrecito nuevo y lo voy a preparar como debe de ser... -No, ni madres, yo ya no le entro. Si tú quieres hacerle segunda a la Tere, allá tú. Yo ya no le entro a la brisa de guanábana. Ni madres...
Jamás le dimos segunda oportunidad al dichoso... Y mentado Toki
- el güey de junto -
2 comentarios:
Guacalanábana, pero pues lógico solo era muy toki-to y ya había pasado por las inclemencias de una alacena euuu jajaja que valientes
Kitty♥
La solidaridad ante todo...
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