Yo sabía que mis razones eran válidas. Iba a gastar en gasolina no más de la cuarta parte de lo que gastaba cuando tenía mi auto anterior, también está reconocida como una alternativa ecológicamente amigable, te estacionas con más facilidad, minimizas el impacto del tráfico embotellado de las mañanas y los costos de mantenimiento son relativamente bajos. Por otro lado, es cierto. Pocos automovilistas respetan a los motociclistas, hay que acostumbrarse a usar casco, los accidentes son más aparatosos cuando conduces moto y hay un factor de riesgo más alto que si se conduce un vehículo provisto de 4 ruedas.
El balance final en mi cabeza dice "¡Sí! ¡La moto!"... Sin embargo mi esposa, mis compañeras del trabajo y amigas del ciberespacio, me dicen que es la clásica crisis de los 25-30 años, mismas que tienen sus respectivos novios/esposos en estas fechas: -¡Adivina qué! -¿Qué? -¡Me quiero comprar una moto! -Ay ¿tu también? -...
-Es como si descubriera que por alguna razón, los hombres de mi edad nos lavamos el cerebro para convencernos de que necesitamos una motocicleta. Hay quienes tienen sus razones basadas en fines recreativos o simplemente por novedad. También habemos los que tenemos los mismos motivos, pero los disfrazamos de necesidades reales: -Sí, pero tu esposo tiene carro... Tiene en qué moverse. ¡Yo ando a patín! No la quiero como juguete. La quiero como herramienta... (Omitir risas)
-¿Porqué comprar una motocicleta nueva en lugar de un carrito económico de unos 5 años de antigüedad? Es cierto, los autos contaminan más, gastan más gasolina y un auto usado va a requerir más inversión en reparaciones a corto plazo que una moto nueva, pero... ¿En verdad la decisión y?... Bueno, corrijo. ¿En verdad la añoranza y la autocomplacencia que nos acerca a un vehículo motorizado de dos ruedas proviene de una racionalización de ventajas y desventajas? ¿No será que queremos algo que nos haga ver audaces? ¿Novedosos? ¿Se nos hace fácil ir por las calles burlando las horas pico?
Tal vez lo irónico del asunto es que estoy convencido de sus ventajas a pesar de que ¡Jamás he tenido una motocicleta! Incluso si llego a sucumbir ante el lado oscuro de la fuerza y la llegara a comprar, se que tendría que ser un sábado, salir del concesionario y esperar a que den las dos de la madrugada del domingo para regresar a 35km/h a la casa en lo que aprendo a conducirla. Pero no me importa. Como si de un placer culposo se tratara, he de admitir que aún con todos los pormenores y a pesar de saber que la mitad de las ventajas que veo en el asunto son meros placebos, si todo sale bien tal vez en un par de meses estaré al volante de una flamante Honda CBX250 Twister... Cero kilómetros... Muy ad'hoc con la experiencia del dueño.
Mi amiga Migdaliz cree que esto no es mas que un claro síntoma de reacción desesperada ante la "Sejuela"... -¿Sejuela? ¿No habrás querido decir "secuela"? -No. Sejuela... Se-jué-la juventud...
- el güey de junto -
El balance final en mi cabeza dice "¡Sí! ¡La moto!"... Sin embargo mi esposa, mis compañeras del trabajo y amigas del ciberespacio, me dicen que es la clásica crisis de los 25-30 años, mismas que tienen sus respectivos novios/esposos en estas fechas: -¡Adivina qué! -¿Qué? -¡Me quiero comprar una moto! -Ay ¿tu también? -...
-Es como si descubriera que por alguna razón, los hombres de mi edad nos lavamos el cerebro para convencernos de que necesitamos una motocicleta. Hay quienes tienen sus razones basadas en fines recreativos o simplemente por novedad. También habemos los que tenemos los mismos motivos, pero los disfrazamos de necesidades reales: -Sí, pero tu esposo tiene carro... Tiene en qué moverse. ¡Yo ando a patín! No la quiero como juguete. La quiero como herramienta... (Omitir risas)
-¿Porqué comprar una motocicleta nueva en lugar de un carrito económico de unos 5 años de antigüedad? Es cierto, los autos contaminan más, gastan más gasolina y un auto usado va a requerir más inversión en reparaciones a corto plazo que una moto nueva, pero... ¿En verdad la decisión y?... Bueno, corrijo. ¿En verdad la añoranza y la autocomplacencia que nos acerca a un vehículo motorizado de dos ruedas proviene de una racionalización de ventajas y desventajas? ¿No será que queremos algo que nos haga ver audaces? ¿Novedosos? ¿Se nos hace fácil ir por las calles burlando las horas pico?
Tal vez lo irónico del asunto es que estoy convencido de sus ventajas a pesar de que ¡Jamás he tenido una motocicleta! Incluso si llego a sucumbir ante el lado oscuro de la fuerza y la llegara a comprar, se que tendría que ser un sábado, salir del concesionario y esperar a que den las dos de la madrugada del domingo para regresar a 35km/h a la casa en lo que aprendo a conducirla. Pero no me importa. Como si de un placer culposo se tratara, he de admitir que aún con todos los pormenores y a pesar de saber que la mitad de las ventajas que veo en el asunto son meros placebos, si todo sale bien tal vez en un par de meses estaré al volante de una flamante Honda CBX250 Twister... Cero kilómetros... Muy ad'hoc con la experiencia del dueño.
Mi amiga Migdaliz cree que esto no es mas que un claro síntoma de reacción desesperada ante la "Sejuela"... -¿Sejuela? ¿No habrás querido decir "secuela"? -No. Sejuela... Se-jué-la juventud...
- el güey de junto -
1 comentario:
NO wey! no! tu no cejes en tu empeño! has uso de las tecnicas de ke te inculco Alex Dey y parate frente a un espejo y con el MSN apagado di en voz alta y bien Juerte! Si se puede Si se puede! no hagas caso a los ladrones de sueños ke SOLO PENSAMOS EN TU BIEN!
jajaja! Suerte Mataor! Y no dejes de mandar las fotos! de la moto...tambien
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