martes, 18 de septiembre de 2007

El vagón se va concurriendo poco a poco. Los dedos se van ejercitando y empieza a perderse el miedo de gritar y pintarrajear en el vagón. Es lo que se necesita... perderle el miedo al verse ridículo dentro del anonimato (perderlo fuera del anonimato es mucho más valioso!) porque sólo así se puede ser creativo.

Todavía hay cosas que organizar aquí. Cuántos lugares vamos a reservar para personas con capacidades (de criterio) diferentes, para mujeres embarazadas (de nuevas ideas), proponer las salidas de emergencia (en caso de motín) y pensar cuántas chucherías más vamos a colgar de los tubos (desechamos la iniciativa de la horca), cuántos pegostes vamos a poner en los páneles (omitiendo propaganda política), de qué color van a ser los letreritos luminosos (siempre y cuando sean visibles), si vamos a poner sección para fumar (porque nadie es perfecto), etc... Mientras, sobre la marcha y dentro de este desorden todos son bienvenidos a viajar por la línea 13, a dejar su graffitti en el vagón, incluso a pegar maldosamente un chicle en algún asiento (si es el que frecuenta el Grinch, mucho mejor). El chiste es que nadie se quede con las ganas de nada.

- el güey de junto -

No hay comentarios: