viernes, 21 de septiembre de 2007

La venganza es mala, pero reconforta...

Estaba yo en un edificio público haciendo fila para hacer un trámite. El número de mi boleto era el “cero uno” y el contador electrónico apenas iba en el sesenta y tres de la vuelta anterior...

Tomé un asiento y como por arte de magia, a los dos minutos tenía a una joven pareja con su pequeño hijo de tal vez dos años a un lado mío. El niño gritaba, le arrebataba el celular a su mamá y su mamá se lo trataba de quitar, pero como el chamaco berreaba si se lo quitaban, la pobre madre sólo cuidaba que no lo golpeara demasiado. El papá como un cero a la izquierda.

La señora se sentó al chamaco de lado en las piernas y curiosamente con los pies hacia donde estaba yo. El niño me pateaba y la señora sólo decía: "No bebé. No patees al señor porque si no, te va a llevar el policía". Obvio, el niño no le hacía caso... Estaba yo por perder la paciencia cuando vi la luz... Una señora como de cuarenta años cargando a un niño de la misma edad (o al menos del mismo tamaño) que el que estaba a mi lado.

Saqué mi celular y sin necesidad, hablé a la oficina para reportarme, cosa que alteró al niño que de nuevo quería un celular. Al colgar, le cedí de inmediato el asiento a la señora que cargaba al otro niño... Los dos niños empezaron a pelear por un juguete que llevaba el segundo niño y empezaron a gritar, a pegarse y ninguna de las dos mamás quería cambiarse de lugar, hasta que el papá del primer niño se desesperó y le dijo a su esposa que estaba harto de tanto griterío y que regresarían mañana... El recinto público volvió a la calma... Algunos no disimularon su satisfacción que manifestaron con breves comentarios.

Yo sólo sonreía... Mi venganza había sido perfecta...

- el güey de junto -

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Chale mi buen, aunke bueno, kien sabe..igual y yo hubiera planeado algo mas macabro! jajaja asi ke orale bien por esa!

Anónimo dijo...

Digamos que hice lo más macabro que pude sin comprometer mi hostigosa conciencia... Ja ja ja ja ja

Anónimo dijo...

Por eso nunca voy a tener hijos...