
Es obvio que ante tanta turbulencia en torno a Fox y sus intensas ganas por no salir de escena, lo último que hacía falta es que se hiciera una estatua de él. Obviamente con nuestra pésima cultura política, poca cultura y civilidad y demás agravantes de conducta propias de nuestra raza, no era de esperarse que alguien manifestara su desacuerdo de una forma bárbara.
La estatua fué lazada y tirada. Cualquier parecido con alguna actividad propia de la charrería es mera coincidencia y ajena a las similitudes que pudieran existir entre Chente Fox y un buey de establo. Por el momento, los villanos extraoficialmente son Priístas, ya que se asegura que diputados estuvieron presentes ante esta muestra de afecto a la imagen del ex-presidente, además de que también se vincula a la cabeza política de esa población, que milita en el PRI.
Al día de hoy siguen discutiendo. Desgraciadamente estas discusiones desvían la atención y energía de nuestros legisladores a quienes sólo les falta nombrar una comisión especial para investigar quién y porqué tiraron la estatua. Siguen sin ponerse a trabajar en lo que nos urge como país. Más de lo mismo...
>> Grinch <<
No hay comentarios:
Publicar un comentario