lunes, 1 de octubre de 2007

Así conocí a mi yerno... ( 2 )

Continuación de aquí...

... Estaba pensando en lo segundo cuando de pronto, entre la hilaridad, la vergüenza ajena y el asombro, no pude hacer mas que reír con cierto aire fingido diciendo "¡Ah, caray! ¡Mira nada más qué ocurrente!"... Cuando lo que en verdad quería decir era "¡Malandro cochino! ¡Encima de que traes a tus piojos a aparearse a mi sala, tenemos que soportar la exhibición de tus apéndices peludos por toda la casa!"… Pero respiré hondo y conservamos el tono suave del desayuno.


Terminando el desayuno, mi hija y aquel peludo exhibicionista, salieron nuevamente a visitar otros sitios de interés en la ciudad. Hablé por teléfono con mi hermana y le comenté lo que pasaba por aquí, y después del tercer "Cómo dejas a tu hija con alguien así", ¡Hasta yo empecé a justificarlo! Le dije a mi hermana que haciendo a un lado su aspecto, su nulo pudor, su exceso de confianza y su humor negro, era una buena persona. ¡Y cómo no! Ante el sermón de mi hermana sobre los peligros potenciales que corría mi hija, ya empezaba yo hasta verle cara de profesionista o al menos de buena gente... Sí, una especie de "ente" peludo con buenas intenciones (disculpen por la repetida alusión sobre pelos, pero es lo más característico de él desde esa mañana). Así acallé un poco el remordimiento.

Llegaron los dos en la tarde a la casa... Muy tarde como para haberlos esperado a comer, pero suficientemente temprano como para no llamarle cena. Yo estaba preparando algo de comida cuando de pronto noté cierto intercambio de miradas entre mi hija y él... ¡No! ¡No podía ser! ¡Esas miradas las conozco de memoria! ¡No con mi hija! (pensé) pero con lo que ve uno día a día, ya sabe una que es mejor aliarse con el enemigo que acabar bautizando a un chamaco a larga distancia, así que preferí esperar tranquilamente a que mi hija se aburriera de su experiencia exótica.

Estaba sirviendo en la cocina los platos y cuando al terminar llegué al comedor, vi abajo de la mesa los tenis con los calcetines de aquél gañán... No los traía puestos… Y eso no era todo... También estaba su húmeda playera sudada, "pulcramente" doblada y acomodada entre su espalda y el respaldo de la silla... "Es que hace mucho calor aquí señora"... Le dije "Me vale madres" disfrazado de "En esta casa comemos con toda la ropa puesta, y la ropa que no traemos puesta se va al clóset o al cesto de la ropa sucia. "Entendió a medias. Subió la playera y los zapatos y bajó sólo con jeans... Bueno, al menos no bajó sólo en calzones... Ya vamos progresando (me dije a mi).

Pasaron así los días... Cada vez descubría más sonrisas y miradas pícaras entre ellos... O me estaba volviendo más suspicaz o ellos más descarados. Más de una vez bajé a la sala donde ellos platicaban, sin hacer ruido para enfatizar que no podían hacer nada sin que yo me enterara. Me sentía nuevamente con el control hasta que mi hija me dijo: "¡¿Qué crees?! Después de escuchar tus elogios sobre la Universidad del estado, ¡Él quiere mudarse esta ciudad para estudiar de nuevo! Le dije que cuando se venga a vivir a la ciudad podía quedarse en la casa en lo que consigue dónde rentar"... Yo asentía con la cabeza mientras pensaba: ¡¿QUÉ?! ¿Todos los días aquí?... ¡ME VA A DAR EL SOPONCIO!

Continuará...

* Diva enmascarada *

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hay! señora viera como la compadezco!