viernes, 18 de enero de 2008

Fui greñudo en mi juventud

Hace algunos días, habiendo abordado como siempre este vagón y leyendo en el trayecto a casa para entretener la ociosa mente del pasajero enmascarado que también habita en mi, me encontré con el texto de mi compañero de travesía, quien hacia referencia a la ultima aventura de un ser querido y parte de su familia cercana. El tema de la muerte me hizo desempolvar un viejo recuerdo que hacia ya mucho tiempo que yacía en el estante de los olvidos y eh querido compartirlo con ustedes mis queridos educandos.

Alejandro Olazcoaga, alias el Dr. Morgue, (QEPD) era un personaje difícil de pasar por desapercibido, habiendo sido victima de una infame enfermedad durante su infancia su cuerpo no se desarrollo al igual que el de todos los demás, su corta estatura y su extremadamente delgada complexión hacían contraste con su cabeza que tenia la dimensión regular de cualquier adulto de sus años, sus rasgos se endurecían y se desarrollaban con el paso del tiempo sin reparar en que su cuerpo se quedaba estancado en otra edad.

Tez clara y ojos grandes, sonrisa amplia y cordial, la mano siempre ávida de estrechar la del amigo en el clásico saludo de identificación del grupo, las fuerzas no siempre eran suficientes para extender el brazo y lograr llevar a cabo la extenuante tarea de saludar a la banda, caminar difícil, lento y pesado, sin embargo parecía que siempre estaba de animo para convivir con los amigos. Algunos sabíamos que Alex realizaba esfuerzos extenuantes aun para estar recostado y el hecho de que estuviera ahí con nosotros charlando era simplemente una experiencia fantástica, por el simple hecho de su especial personalidad.

Nos gustaba el Rock, la música metálica, el trash y el speed, éramos Rockers. Ellos se hicieron llamar en un tiempo “los Heavy Rockers”, nosotros, nosotros llegamos después con los “fanzines” revistillas hechas de manera amateur en las que siempre queríamos que el Dr. Morgue colaborara, Alguna vez escribió para el Rock y letras, le tuve que llamar 3 veces por teléfono para que me tradujera sus jeroglíficos, escribir era una proeza debido a su problema muscular y sin embargo lo hacia, a su modo, pero lo hacia.

Aquellos eran días de vestir de negro y calzar botas, agujetas en la muñeca, y cosas raras colgándonos del pecho y las orejas, usábamos el cabello hasta la mitad de la espalda y en morrales de lana transportábamos nuestros ejemplares de “conecte” y “banda rockera” junto a uno que otro Lp de edición extranjera de algún raro grupo, si ese el que nadie tenia.

Alejandro siempre estaba a la vanguardia en cuanto a información de toquines y noticias de grupos nacionales y extranjeros, conocía discografías y hasta alineaciones, y sin embargo nunca se jactaba de ello, no por envidioso, sino solo para no verse como los Falsos aquellos a los que detestaba tanto.

A cuantos “toquines” asistimos juntos? Cuantas fiestas en su recamara de la selva? Cuantas veces su inseparable escudero el “Mahatma” lo llevo en hombros o en la espalda a los eventos o al reventón? Cuantas veces nos vio fumar horas enteras en la noche escuchando el mismo disco del Savoy Brown mientras la conversación se alumbraba con el amanecer hasta que el sol nos empujaba a nuestros otros destinos, cuantas veces se emociono el Alex con las chicas que asistían a nuestras fiestas? Cuantas veces soñaría con ellas. Como seria esa parte de su persona? Cuantos sueños se le habrán atorado al Alex?

Poco a poco nos fuimos agotando, venciendo, sentando. Alejándonos de los sueños de tocar juntos en una banda, de expandir nuestras fronteras creativas hasta mas allá de los ojos de la estatua de Guerrero en la avenida de los gobernadores, allá en la lejanía de la selva Cuernavaquense. Los años hicieron su trabajo inevitable e irremediable, las esposas nos contaminaron el oído metalero, los empleos nos cambiaron la ropa y el medio nos recorto el cabello. No todos fuimos tan afortunados. Otros hasta enterramos en un secreto baúl nuestro rebelde pasado, los menos continuaron la marcha del lado creativo y se dejaron la greña, me pregunto si se verán como aquel comercial de la televisión, aquel en donde se veían varios viejos con tatuajes y perforaciones en las cejas y labios. Las greñas serán canosas? Como se verán ahora a veinte años de aquellas tropelías.

En uno de los gloriosos retornos incógnitos a la ciudad de la eterna primavera decidí llamar por teléfono al Alex para saludarle, acordar una visita y como antaño fumar un cigarro frente a el mientras la conversación interminable como siempre se devoraría las horas, cuanto no habría de platicarse. Marque el teléfono, La voz seria de José Luis “el Tilcuate” hermano de Alejandro hacia el anuncio...
-- hace ya varios meses, de hecho fue el año pasado, les escribió una carta a todos, se alcanzo a despedir por escrito de todos. En el hospital estuvo varios días en agonía, “Mahatma” lo visitaba a diario hasta que se fue, sufrió muchísimo, su muerte lejos de ser el escape que el había elegido, fue tormentosa y lenta. El Dr. Morgue se fabrico su propia puerta falsa y pago su boleto de viaje con arsénico. Los detalles del asunto quiero obviarlos a manera de homenaje y también de escudo, yo no estuve ahí, no leí sus ultimas líneas, no visite su tumba y sin embargo, me despedí de el en aquella llamada telefónica ...a su casa de la selva.

Hoy te envió un saludo desde el exilio hasta donde quiera que te encuentres! Y que el suelo reciba un sorbo de cerveza para que también beban los amigos que están allá contigo

2 comentarios:

Anónimo dijo...

En hora buena por haber conocido a las personas de las que nos llevamos tan gratos recuerdos. Aún después de su partida son parte de nosotros.

Anónimo dijo...

Qué mal pedo por el Alex! Aunque neta que debe haber vivido cosas muy gruesas como pa haber querido zafarse de esta hedionda realidad. Suena como que fué todo un personajazo... ya me lo conoceré cuando lo alcance... he he he...