lunes, 28 de enero de 2008

¿Quieres llegar más rápido? ( 2 )

Continuación de aquí...

... mi pié resbaló, se metió a los rayos de la llanta trasera y entonces la reacción en cadena comenzó:

Todavía recuerdo claramente paso a paso cómo mientras mi realidad corría en cámara lenta iban sucediendo las cosas. Cuando mi pié inmovilizó la rueda trasera lastimándome los dedos y frenando la bicicleta, mi hermano se soltó del camión, perdiendo el control tras lo cual la bicicleta empezó a irse de lado. Yo hice un movimiento parecido a un brinco que terminó con un resbalón sobre el pavimento, lo que puso mi trenza entre la estrella y la cadena de la bicicleta (no me pregunten cómo)... Aterricé casi de sentón sobre la banqueta y una raspada por detrás del muslo del tamaño de mi mano fue la sentencia.

Nos levantamos sin llorar, casi paralizados por el susto. Vi que mi hermano tenía un diente roto e inclinado hacia adentro y las manos llenas de raspones... Parecíamos damnificados de algún terremoto o víctimas de algún ataque de pandillas. La gente nos preguntó si estábamos bien y nosotros sólo asentíamos con la cabeza. No dejábamos de pensar que pese al dolor, pese a la sangre y al ardor y pese a que se me caían mechones de cabello llenos de grasa de cadena de bicicleta, teníamos que llevarle la crema a mi mamá a como diera lugar o tendríamos problemas más graves todavía.

Llegamos a la tienda empujando la bicicleta. Más bien cargándola, pues la llanta delantera estaba doblada por el accidente y no podía girar. Mi hermano se quedó afuera de la tienda cuidando la bici mientras se limpiaba la sangre de las manos y las lágrimas del rostro con la playera. Yo entré con mucho dolor en la cabeza, todavía con cabello cayéndoseme a mechones y con hilitos de sangre escurriendo por la pierna. Antes de ir a buscar la crema, entre al baño donde las señoras no dejaban de preguntarme si estaba bien, si quería que llamaran a mi mamá o a una ambulancia. Yo sencillamente prefería arreglármelas con el dolor y llegar a casa por mi pié que hacer un lío de grandes dimensiones del cual no saldríamos bien librados ante mi mamá.

Veinte minutos después salí con la crema de mi mamá en una bolsa, cara lavada y mucho papel de baño escondido bajo la blusa el cual compartí con mi hermano. Nos limpiamos las heridas como pudimos y nos fuimos caminando a la casa. Sobra decir que nos tardamos poco más de una hora en llegar a la casa, pues prácticamente íbamos cargando la bicicleta además de que todavía no se nos ocurría qué inventar para minimizar el inminente regaño.

Llegamos a la casa, pusimos la crema sobre la mesa y cuando mi mamá vio mi trenza a medio deshacer, se acercó a nosotros, nos revisó y con un gesto duro nos preguntó que qué había pasado... -Es que íbamos en la bici y un taxi se nos cerró... –Dijo Gustavo y yo secundé: -Sí, iba en sentido contrario... –¿En sentido contrario? ¡Pero si es doble sentido! ¿Por dónde se fueron? –Preguntó mi mamá, y titubeando respondí: -Ah, es que nos fuimos por otro lado porque nos perdimos... -Bueno, no nos perdimos así que tu digas "nos perdimos, nos perdimos", nada más nos fuimos por otro lado... –Sentí que la mentira se nos iba de las manos, pero la inercia nos hizo seguir y Gustavo respondió: -Ahá, y ahí salió un Taxi y se nos cerró y yo lo traté de esquivar. -Casi nos mata el taxi! pero no pudimos verle las placas... -Mi mamá no nos creyó ni la tercera parte. No nos lo dijo verbalmente pero sus nudillos hicieron eco en nuestro cráneo por un sonoro coscorrón del cual no nos quejamos, pues hubiera maximizado la penitencia.

Mi siguiente recuerdo es mi hermana en la tina conmigo, arrancándome la costra del raspón de la pierna para que no se me infectara. Mi mamá era de la idea de que si bajo la costra no había mugre, no habría infección. Así los cinco días siguientes... Y yo acabé sin poderme sentar bien en semanas, con la herida inevitablemente infectada, con el corte de cabello deshecho y sin ganas de volverme a subir a una bicicleta en mi vida. Convencida de que más vale caminar dos horas que arriesgarme veinte minutos. Tal vez por aquella experiencia le tengo cierto rencor a las cremas faciales...

* Diva Enmascarada *

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