lunes, 14 de enero de 2008

Los misterios de la agenda

Usualmente una agenda guarda teléfonos, direcciones, pendientes y/o actividades por realizar en fechas específicas y unos cuántos apuntes diversos. Algunos más obsesivos (me confieso culpable) hasta tratamos de usar siempre la misma tinta, la misma lógica de acomodo y hasta estrategias visuales para clasificar rápidamente la información que anotamos. Eso es lo que yo creo que a grandes rasgos que es una agenda y me atrevo a pensar que varios coincidirían conmigo.

La agenda de mi papá es algo peculiar... Digamos que es "diferente"...

Es una agenda de librito como del 2003 (ha tenido varias) y cabe en una bolsa de camisa, aunque la retaca toda por su número de hojas. La pasta color rojo con un 2003 dorado despintado tiene manchas de aceite y unos aros pegostiosos que bien podrían haber sido adherencias de marcas de botellas de coca apoyadas sobre ella. Las esquinas están dobladas y aunque las hojas son amarillas, las orillas de cada hoja tienen un tono más intenso por la humedad y la intemperie.

Más que la apariencia de la agenda, lo interesante es su contenido. Es la típica agenda en la que el primer día se anotan las cosas con cuidado, pero después con la confianza de tenerla 5 años como compañía, las letras destinadas para clasificar alfabéticamente ya no se respetan, la letra es notablemente más descompuesta y casi ilegible y ha sido escrita en todos los colores de tinta disponibles por el hombre.

Un manuscrito que más parece hebreo que castellano. También al hojearla se nota rápidamente que la información que típicamente está en una agenda sólo ocupa el 5% de las hojas y el resto es ocupado por notas tan variadas como listas de compra, los números a llenar en los pronósticos deportivos, la receta de cómo hacer un ceviche de calamar a base de soya, receta del cocktail de fruta que le dio el marchante que le vende licuados en la mañana, el croquis para llegar a donde venden refacciones más baratas, el porcentaje para diluir insecticidas según la variedad de cultivo, la lista de piezas y costos de las refacciones para echar a andar el Vocho 1974 con su respectivo diagrama hecho a mano con la calibración de las espreas del carburador, nombres de las películas sugeridas por sus amigos, números de cuenta de propietarios hoy anónimos, recetas de cocina, cálculos matemáticos, físicos y astronómicos... en fin... la variedad no termina.

Algo característico de sus apuntes es que aún en los más recientes, es común que las primeras tres palabras o los títulos aparecen escritos con letra de molde que después de unas treinta letras tienen una metamorfosis más impresionante que la de Kafka y se vuelve una caligrafía ilegible... (Muchas veces incluso para él mismo)... Sin mencionar que mi papá escribe sin importar la orientación de la página. Hay decenas de textos escritos de cabeza o de lado. Con interlineado que obedece más a la teoría de los fractales que a los renglones de las hojas. Es como si escribiera sobre papel en blanco o como si cuando escribe sobre los calendarios o mapas que trae la agenda sus ojos no percibieran la tinta de la imprenta y sólo se percataran de la tinta de su pluma. A ratos los renglones parecen ramificaciones que parten del centro hacia afuera u olas de mar que rompen contra la línea que divide las horas con los espacios para escribir.

Algún día tendré casi todo el cabello blanco, un carro de hace 30 años afuera de la casa y una agenda como la de mi papá... Donde escribiré entre muchas otras cosas, las crónicas que se me ocurran a lo largo del día antes de teclearlas en este blog.

- el güey de junto -

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