Voyeurismo

Para los que no estén familiarizados con la curiosa anécdota que vivimos mi esposa y yo al tratar de ir a entregar las películas, les sugiero leer antes lo que publiqué el 13 de este mes. [Clic aquí]

Pensé que peculiar situación había sido producto del desenfreno esporádico de aquellos pubertos, quienes tal vez después de meses de contener los impulsos de sus hormonas habían perdido finalmente la batalla contra el pudor, pero estaba equivocado. Esta semana en la que mi esposa se encuentra de viaje me prestó su auto el cual se descompuso el lunes y tuve qué llevar al taller, así que esa noche regresé caminando a la casa y cuando di vuelta en la esquina para entrar a la calle donde vivo, vi disimuladamente que la parejita de siempre, se encontraba en una postura normal, ella de espaldas y él atrás abrazándola... pero ambos con actitud sospechosa. Entré a la casa, me preparé un cereal, subí a la recámara por unos papeles y al bajar la escalera y mirar por la ventana me encontré con otro espectáculo.

Resulta que no sólo se "entretienen" como cuando nos tocó verlos la otra vez. También matan el tiempo de otras formas. Los jovencitos estaban teniendo coito de pié en la banqueta... O dicho de una forma menos rimbombante, se estaban echando un palito en paraguas. (Nota para principiantes: Paraguas = Parados... o sea, de pié). Nuevamente el mismo proceso de la otra vez... Parpadear repetidas veces mientras el cerebro termina de hacer todas las pruebas de verificación pertinentes para descartar un malentendido. El cerebro da el veredicto. La vecina y su novio están metiendo al canario por la puerta trasera de la jaula. (Ja ja ja ja ja... Qué analogía tan más ridícula).

Esta vez, como si de un placer culposo se tratara, no fingí desinterés como cuando mi esposa los descubrió hace varios días y los vi para matar mi incredulidad. Ahora tuve la libertad de subir a la recámara de arriba para tener asientos de primera fila y apenas los vi, pensé en grabarlos con la camarita que tengo. Fui por la cámara y confiado en el velo de la oscuridad me dispuse a grabar. Encendí la cámara y el resplandor de la pantalla de la cámara me iluminó el rostro, cosa que me espantó por el riesgo a ser descubierto, así que la apagué de inmediato. Sabía que había modo de apagar la pantalla, pero entonces no sabía si lograría captar algo librando las persianas. El zoom no ayudaría mucho a menos que la cámara no estuviera fija... En fin, un desastre que me desanimó a intentar filmar esa noche, pero me dio tarea para prepararme a un segundo intento.

Antier y parte de ayer, me sentía orgulloso pero culpable de llamarme voyeurista. Primero pensé que era sano admitir cuando uno tiene una parafilia, pero también pensé que no es algo que en una sociedad tan cerrada, deba gritarse a los cuatro vientos. Comenté con algunos amigos del trabajo y del ciberespacio la escena y con todos era lo mismo: "Toma videos, cabrón", "Ah, a ver si rolas unas fotos, pinche envidioso", "Y qué onda... Ta güena tu vecina?" "¡No manches! ¡¡16 años!!". Todo indicaba hacia que tenía que tomar esas fotos o ese video.

Ayer llegué temprano a la casa y preparé todo. Salí a regar las plantas, cosa que jamás hago... Aunque en realidad era el pretexto para mojar la ventana y quitarle la mugre y que no afectara la calidad de la toma. Traje una caja de cartón y la puse sobre un escalón de la escalera y puse las "Obras selectas de Nietzsche" (libro como de 700 hojas) sobre la caja para poner ahí la cámara y que sirviera de base. Todavía no llegaba Romeo ni salía Julieta, pero hice unas pruebas de video. No tuve buenos resultados. La luz era bastante buena para verlo en vivo, pero muy poca como para que una camarita digital como la mía pudiera hacer una buena toma. Sólo destacaban los focos de la fachada de su casa y las rejas de las ventanas en las que estaba la luz encendida.

¡Todavía quedaba la posibilidad de tomar fotos! Quité el Flash por obvias razones, aumenté la sensibilidad de la cámara y en ese momento llegó Romeo al balcón de Julieta. "Perfecto, ya ahora a probar una foto". Presioné el disparador suavemente para enfocar y entonces me percaté del llamativo resplandor rojo que desprendía el sensor de la cámara y que salió escandalosamente por la ventana iluminando parte de mi jardín, lo que me hizo retirarme de inmediato de la ventana y hacer pruebas. Afortunadamente no fui descubierto.

Para mi mala suerte, al tapar la luz con el dedo no ayudaba. Se transparentaban mis venas y huesos del dedo índice. En definitiva. No podría tampoco tomar fotos en esas condiciones. Además no pensaba pegotearle cinta o cartones a la cámara... O ¿Si?... Y a los cinco minutos estaba terminando de pegarle papeles pintados de color negro con cinta a la cámara. Entré al baño a hacer una prueba en total oscuridad y el resultado era nefasto. La luz atravesaba 5 capas de papel. Luego le pegué con cinta una moneda y la luz se filtraba por las orillas. Pinté la cinta con la que pegué la moneda de color negro y la luz traspasaba la tinta...

Terminé resignado a no fotografiar nada... A no grabar nada... A terminar con una cámara fotográfica pegostiosa y sin más consuelo de saber que podría todavía dar rienda suelta a mi recién adquirido vicio del voyeurismo en vivo y a todo color. Me asomé por la ventana y efectivamente seguía la acción en sus diferentes y ya conocidas facetas lingüísticas, pero a los 5 minutos me aburrió lo repetitivo del espectáculo. Bajé a la cocina por un bocadillo para terminar de cenar y perdí el interés en seguir al pendiente de los detalles.

No se si no sea voyeurista de hueso colorado, o si andar de fisgón sólo fue una curiosidad pasajera avivada por la curiosidad de jugar al director de cine amateur. Supongo que también lo intenté por el apoyo de la afición que demandaba fotos y videos. Creo que este podría ser la despedida de mi mundo del voyeurismo... Al menos en lo que compro una cámara con visión nocturna y que no emita luces delatoras.

- el güey de junto -