lunes, 4 de febrero de 2008

Amante profesional... Cínico y gorrón ( 2 )

Continuación de aquí...


... La sola idea de plantearlo me producía cargos instantáneos de conciencia, pero la calentura pesaba mucho en la balanza, así que me armé de valor y lancé el anzuelo: -Lo que pasa es que yo traigo dinero y me alcanzaría para pagar el hotel, pero el viernes necesito comprar material para mi entrega y no la libro con las dos cosas... -Me sentía peor que cucaracha. Esperaba que me mandara al diablo, pero en lugar de eso... -Bueno, yo mañana cobro y te lo puedo reponer. -¡No lo podía creer! Había mordido el anzuelo y eso ameritaba moverme con cautela para que todo fuera perfecto.

Le pregunté si sabía de algún hotel que pudiera servirnos y dijo que no. Como siempre había dispuesto del departamento hasta que se mudó mi tío y mi primo en lo que se cambiaban de casa, yo no sabía de moteles. -Espérame tantito, deja parar un taxi. -Habían taxis cerca del lugar, pero pensando en proteger la sensibilidad de mi acompañante, caminé 20 metros hacia la esquina, paré uno y le pregunté: -Oiga, ¿sabe de algún motel decente que no pase de unos $200? -(recuerden que fue hace años... no equivalen a $200 de ahora... je je) -Pos sí, hay varios, hay uno que está casi llegando a Jiutepec y está decentón. -Ok, nos vas a llevar para allá. -El taxista asintió y yo fui por mi compañera. Le abrí la puerta del taxi, subimos y le dije al taxista "Vamos hacia Jiutepec".

Treinta minutos más tarde, el Taxi estaba parando en el motel. Le dije que nos dejara ahí y yo con nula experiencia sobre ocupación de moteles, le dije al primer chango que encontré que quería una habitación. Lo seguí, entramos por una especie de cochera, pagué por adelantado y me dio la llave y subí sólo con ella para llegar al segundo piso donde estaba el cuarto. Entramos, abrimos la puerta y hasta eso no se veía nada mal. Por si las dudas, no destenderíamos la cama para no tocar las sábanas.

Armado con una caja de 12 condones en una mano y control de TV en la otra, me dispuse a buscar algo subido de tono para sugerir el ambiente, pero a pesar de que la TV tenía señal por cable, no había ningún canal "rojo", así que MTV amenizaría la velada. Empezamos el ritual... Traté de hacer alarde de conocedor de las artes amatorias y todo daba resultado. Jugueteo, cambios de posiciones; urracarrana, martinete, rizo triple invertido, doble hélice con tirabuzón múltiple y cuando me di cuenta ya estaba yo hincado a la orilla de la cama. Me sentía todo un Porn Star hasta que a ella se le ocurrió preguntar "¿Es lo más rápido que puedes?"... ¿¡Que!? ¿Qué carajos significaba eso? Pero la señorita había hablado... quería más velocidad.

Incrementé la velocidad, el movimiento, la cantidad de giros de la muerte del tirabuzón y... -¿Puedes un poquito más rápido?... -No sabía si era insaciable, yo muy malo, ella muy correteada o yo muy verde... Pero sin pensarlo, me movía lo más rápido que podía. Me valí de efectos especiales, exageré la respiración y para controlarme, yo veía MTV mientras ella cerraba los ojos. Cuando los abría, la miraba a ella, la seducía con los ojos... Cerraba los ojos de nuevo y yo volvía a mirar a la TV mientras cantaba mentalmente "Jeremy" de "Pearl Jam" para no ostentar el título del pistolero más rápido del oeste. Seducción - MTV - Seducción - MTV - Seducción - MTV... Y parece que funcionó, pues cuando el 1er round terminó no hubo ningún indicio alusivo a insatisfacción.

Cuando los ánimos revivieron, la historia fue un poco mejor... Ahora ya sin tensión... Requerí menos MTV que la sesión anterior. Me sentía confiado, feliz, sólo mis rodillas se quejaban por el duro azulejo del piso, pero eso no me importaba. Terminamos y la dejé viendo TV mientras me daba un regaderazo que disfruté muchísimo, pues en ese mes el calentador de mi casa estaba descompuesto y llevaba semanas bañándome con agua fría. Me tardé como 30 minutos, me enjaboné 3 veces con el jaboncito con aroma a cereza, me lavé el cabello 2 veces con el shampoo barato que había y salí pensando que no había nada mejor. Ella ya se había dormido, pues traía vestigios de la desvelada de anoche y al igual que en el cine, aprovechó para recargar pilas. La desperté para irnos, pero su desnudez me venció y haciendo gala del clásico vigor juvenil de los que todavía no llegan a los 20 años hice frente a un tercer encuentro.

Para media faena mis rodillas se quejaban y yo seguía ignorándolas. Cuando terminó el tercer encuentro me levanté y vi que traía una ampolla reventada en cada una de mis rodillas. Inicié el protocolo de hombre canalla, dulce y caballeroso: caricias, palabras bonitas, verdades a medias sobre nuestro estatus y después de vestirnos salimos de ahí. Tomamos un taxi que ella pagó y cuando llegamos a su casa, sacó de su bolsa una taza decorada con un osito, alusiva al 14 de febrero y con bastantes dulces y chocolates dentro. Me la obsequio, me dio un beso y nos despedimos. Luego el taxi me llevó a mi casa y ahora sí con mi dinero saldé una parte de la tarifa.

Al día siguiente al desayunar y ver mi trofeo lleno de dulces en la mesa, pero sentía que el oso de la taza me decía: "¿A poco le vas a cobrar el hotel? ¡Desgraciado gandaya! ¿Todavía que te hace el favor, te paga el cine, las palomitas, el refresco, tus pinches gomitas, los hotdogs y los taxis? ¿Los condones sí los pagaste tú, o también eso te pagó?... Hice un esfuerzo por ignorar a mi conciencia que había tomado forma de oso y fui a la escuela. La saludé de una forma un tanto casual... como si nada hubiera pasado y tragándome la vergüenza y el sermón del oso, le pedí prestados $20 para una tarjeta de teléfonos, esperando que recordara que estaba en bancarrota por el hotel. Ella, apenada me dijo que no, que mejor me pagaba mi dinero, como si ella fuera la culpable de que yo viniera en ceros. Le di las gracias, un beso en la mejilla y salí apresurado antes de que empezara la clase.

Desde ese día tuve fotocopias gratis y la necesidad de inventar pretextos para irme alejando. No me enorgullezco de lo que hice, fué digno de cualquier patán de barrio, pero sin embargo fue parte del aprendizaje. Me sirve de consuelo saber que aunque le costó una lana, se la pasó bien... Aunque nunca sacaré de mi cabeza estás palabras que hoy casi 8 años después, me revolotean en la mente durante el sexo: "¿Es lo más rápido que puedes?..."

- el güey de junto -

2 comentarios:

Anónimo dijo...

lo sabia! lo sabia! ya se cual cine esta cerca de ke unidad habitacional muahahahaha la incognita es descifrar la cronologia, asi ke...
ke pelicula dices ke fuiste a ver?

Anónimo dijo...

Datos cronológicos:
Antes de FISA, ULSA y AIDA...

Ja ja ja ja ja ja ja